Genera preocupación la falta de varios elementos para garantizar la seguridad de los y las turistas / Ilustración: Camila Bolívar.
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La muerte de un joven aviva el debate sobre la desregulación del turismo en San Diego

Juan Thomas Oñate murió en un accidente ocurrido durante un recorrido turístico en las afueras de San Diego, Cesar. La emergencia dejó al descubierto los peligros de hacer turismo en la zona.

El viernes 19 de febrero alrededor de las 2:00 pm, la comunidad de Media Luna recibió la noticia de que Juan Thomas Oñate, un estudiante de 19 años, se había ahogado en la zona de las cascadas El Castillo. Este lugar turístico está ubicado a unos 10 km del casco urbano del corregimiento y tiene tres cascadas, separadas por una distancia entre 50 y 100 metros. 

Por qué es importante: el caso de Juan Thomas Oñate preocupa a los y las habitantes locales pues aseguran que el turismo en la zona va en aumento. No están preocupados porque más personas visitan su territorio –algo que consideran positivo– sino porque las autoridades no regulen esta actividad ni garanticen la seguridad de los y las visitantes. 

Los detalles del accidente: 

  • Se sabe que Juan Thomas iba con cinco compañeros. Salieron desde San Diego en bicicleta y llegaron a la zona de las cascadas, donde el grupo se dividió.  Juan Thomas y un compañero, Onasis Martínez llegaron a la tercera y más alta de todas las cascadas, con 7 metros de profundidad.
  • Onasis Martínez saltó al agua acalorado y comenzó a ahogarse. Al ver lo que sucedía, Juan Thomas saltó para intentar socorrerlo. Pero al entrar al agua fría, sufrió un calambre. Logró empujar a su amigo hacia una rama cercana, y le salvó la vida. Sin embargo, el estudiante se acercó demasiado a la caída de agua que bajaba con mucha fuerza, se sumergió en el fondo y se ahogó. 
  • Según cuenta Elkin Cárdenas, líder de la Defensa Civil que opera entre San Diego y La Paz, los jóvenes que estaban con Juan Thomas contactaron a la Policía de Media Luna. La Policía le reportó la emergencia a la Defensa Civil después del mediodía, y esta, a su vez, remitió el caso a la Coordinación de la Gestión del Riesgo.
  • El personal de Gestión del Riesgo solo pudo llegar al sitio a las 2:16 pm. Para ese momento era demasiado tarde, habían pasado casi dos horas. Juan Luis Guerra Peralta, coordinador de la Gestión del Riesgo de San Diego, explica que la única manera de llegar a la cascada es a pie o en bicicleta. 

  • Es una zona montañosa, empinada e inestable, donde no hay rutas definidas. Para llegar hasta allí, es necesario hacer un recorrido de 40 minutos en carro desde Media Luna y luego caminar unos 20 minutos más. 

El contexto: desde que las medidas de confinamiento se flexibilizaron a mediados del año pasado, ha aumentado el número de turistas y deportistas aficionados que llegan a la zona rural entre el corregimiento de Media Luna y los límites con el municipio vecino La Paz. 

Esta zona cuenta con varios atractivos naturales como el río Tocaimo (un lugar que aparece en varias composiciones musicales del maestro Leandro Díaz), Piedra Lisa, el balneario en el río Perú (uno de los visitados en las fiestas decembrinas y durante el carnaval de San Diego) y las cascadas de El Castillo. Estas últimas son más frecuentadas por jóvenes y deportistas.

“Estimamos que la visita a estos lugares aumentó 35% en el 2020. En una mañana, contabilizamos la presencia de 300 ciclistas entrando al municipio”, asegura Guerra Peralta. 

En el caso de la zona de las cascadas, antes no era conocida por personas que vivieran fuera de San Diego y La Paz. Según Cárdenas, se fue “regando el voz a voz”, por lo impresionante de los paisajes y también por la dificultad para llegar. Ahora han nacido pequeñas iniciativas turísticas y más personas están interesadas en conocer estos lugares.

¿Qué dicen las autoridades? Jorge Humberto Jiménez, funcionario de la Corporación Autónoma Regional del Cesar, Corpocesar, afirma que es necesario lograr una articulación entre la Alcaldía, la Corporación, la Policía y las mismas entidades de socorro “con el fin de poder exigir a través de documentos administrativos ciertos comportamientos y restricciones del uso de estos espacios naturales”.

Por su parte, Elkin Cárdenas asegura que desde la Defensa Civil han enviado tanto a la Gestión del Riesgo y a la Alcaldía de San Diego comunicados advirtiendo el peligro de la zona y proponiendo contratos por comodato con distintos agentes gubernamentales para operar en estos lugares.

Un convenio de este tipo, dice Cárdenas, le permitiría a la Defensa Civil, al menos, obtener radios para facilitar la comunicación, al igual que cuerdas y arneses para atender las emergencias más graves.

“No tenemos dotaciones. Ninguna de las dos jurisdicciones (San Diego y La Paz) se ha manifestado con protección y equipo. Solo se acuerdan de nosotros cuando hay una emergencia”, denuncia Cárdenas, voluntario desde hace 18 años.

En resumen, los tres factores que preocupan:

El primero, hacen falta varios elementos para garantizar la seguridad de los y las turistas. Por ejemplo, se necesitan señales que delimiten los senderos y alerten de la profundidad del agua. También, para identificar las zonas rocosas y los puntos de máximo riesgo. Pero hasta ahora no hay señal de que las autoridades locales se organicen para adelantar estas gestiones.

El segundo, no hay presencia de personal capacitado para atender emergencias en uno de los atractivos más llamativos: el área de las cascadas. Tampoco hay señal de telefonía celular.

Y este no es un dato menor, pues en caso de accidentes es muy difícil entrar en contacto con cualquier organismo de emergencia que pueda llegar hasta el lugar. “Esta es una zona rural, donde solo hay algunas fincas. Esto hace más difícil el contacto con un cuerpo de rescate”, dice Guerra.

El tercero, hace falta organizar el turismo a nivel local. Este es un tema urgente pues el turismo desordenado puede generar más accidentes e impactar negativamente en el medio ambiente.

Para Tannia Durán, integrante de la Mesa Ambiental de San Diego, “el ingreso irregular y las actividades que se realizan allí pueden llevar rápidamente a su deterioro. Las personas manipulan las piedras para hacer pozos, llevan champú, jabón, se bañan allá. Esto muestra que hay un desentendimiento de la capacidad ecoturística de estos escenarios”.

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