Ilustración: Camila Bolívar.
Ilustración: Camila Bolívar.
Tadó Reportajes

Gratuidad de la educación universitaria no es suficiente; faltan cupos y recursos

Tres de cada 10 estudiantes logran acceder a la universidad en el Chocó, departamento en el que solo hay una institución pública de educación superior. Aunque se promueve la matrícula cero, quienes buscan profesionalizarse se enfrentan a retos como costos adicionales por el desplazamiento, sostenimiento y problemas de conexión a internet.
¿Cómo se hizo este trabajo?
Este reportaje fue propuesto por Yurlis Mosquera en el consejo de redacción. Su interés fue conocer la realidad que viven los estudiantes en Tadó y en la zona rural para estudiar en una universidad. Para la nota se buscó a tres estudiantes que quisieran contar sus historias y se entrevistó a coordinadores de educación y al rector de la UTCH.

Al año en el municipio de Tadó se gradúan en promedio 310 estudiantes de bachillerato. Sin embargo, no se tienen cifras de cuántos de ellos ingresan a la universidad o acceden a algún programa de educación superior. De ese municipio, según datos de la Universidad Tecnológica del Chocó, hay 375 personas con el beneficio de gratuidad en la matrícula que comprende a todos los estudiantes inscritos en los últimos años.

En el departamento, la UTCH es la principal universidad pública y la que acoge a los estudiantes de los 32 municipios. Esta oferta se queda corta y cuenta con pocos cupos. Este semestre se inscribieron 3.362 personas y se admitieron 2.580. Como la mayoría son de territorios lejanos, la universidad tiene Centros de Desarrollo Subregional en otros municipios como Tadó, Istmina, Bahía Solano, Riosucio, Medio Atrato y Baudó. 

El indicador de acceso a la educación superior en el Chocó está en el 34 por ciento mientras que a nivel nacional está en el 54. Es decir, tres de cada diez estudiantes logran un cupo en la universidad. 

El Rector de la UTCH, David Emilio Mosquera Valencia, cuenta que han ampliado la cobertura con el programa de gratuidad, pero que no es suficiente. “Una de las grandes debilidades que había para la educación superior en El Chocó era la falta de recursos para pagar la matrícula. Pasamos de 9.800 en el 2018 a 15.000 estudiantes en el 2024. Hace cinco años el indicador de acceso a la educación superior estaba en el 24 por ciento y hoy está en el 34 por ciento. El problema es que solo se cubre la matrícula y debemos buscar recursos para alimentación y sostenimiento”, indica. Este año, la UTCH entregó subsidios a 100 estudiantes. Sin embargo, las ayudas se quedan cortas y reconocen que hay casos de deserción por no tener para el sostenimiento y por la violencia que se vive en algunos municipios. 

Hace cinco años el indicador de acceso a la educación superior estaba en el 24 por ciento y hoy está en el 34 por ciento. El problema es que solo se cubre la matrícula y debemos buscar recursos para alimentación y sostenimiento

David Emilio Mosquera Valencia, rector de la UTCH

Mosquera también agrega que necesita más asignación de recursos por el Gobierno Nacional: “Esta universidad ha crecido en los últimos cinco años un 50 por ciento en cobertura y tenemos los mismos recursos. Nos dan 6 millones per cápita y a otras universidades les dan 22 millones. Pedimos ampliar la cobertura y los recursos para poder llegar a una oferta mayor y seguir trabajando en la acreditación de alta calidad”, puntualiza.

Lo mismo opina Yineth Rentería, asesora en educación en El Chocó y miembro de la red de liderazgo de Manos Visibles, quien resalta que los recursos que llegan al departamento no son suficientes. “Se necesita una articulación frente a los programas que se ofrecen y lo que hay en el mercado laboral. Requerimos una mayor cobertura en las universidades en el territorio, mejorar su infraestructura y llegar a más municipios. Necesitamos mayor inversión de acuerdo con el contexto de la comunidad, no es lo mismo trabajar en El Chocó que en las ciudades capitales donde no hay organizaciones y fundaciones que apoyen a las comunidades más vulnerables”. 

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En Consonante consultamos a tres estudiantes de la Universidad Tecnológica del Chocó para que contaran su experiencia de ingresar a una carrera universitaria y las dificultades que han tenido:

Diana Garro, Enith Becerra y Clecner Mosquera, estudiantes de la UTCH.
Diana Garro, Enith Becerra y Clecner Mosquera, estudiantes de la UTCH.

Diana Garro

Diana es estudiante de VI semestre de Trabajo Social. Tiene 36 años y desde hace dos años está becada con el programa de gratuidad de la educación. Inició su carrera durante la pandemia por el covid- 19, en 2021. Al comienzo tenía que ir desde Tadó hasta Istmina para ver las clases y pagando unos 60 mil pesos diarios.

Luego el programa empezó a dictarse en Tadó los fines de semana y se pudo ahorrar este dinero. “Antes no tenía los recursos para empezar a estudiar, pero gracias a la ley del Gobierno que aceptó a personas mayores de 30 años ya es más flexible poder estudiar y capacitarnos. Mi sueño era estudiar, pero no contaba con los recursos para sostenerme, los transportes y materiales. Quiero terminar mi carrera y poder trabajar como profesional”, indica.

“Con la beca me ahorro unos 430 mensuales. Soy madre soltera y tengo una hija que está en el colegio, me dedico a oficios varios como lavar ropa para sacar dinero para las dos”, agrega.

Diana indica que se necesita un centro de salud mental en el municipio y que esa es su principal motivación para estudiar trabajo social. “Esta es una carrera que nos permite ponernos en los zapatos de las otras personas, ver que no somos ajenos a esa situación y ayudar a los más vulnerables. En el municipio necesitamos un lugar especializado donde trabajemos en salud mental y se pueda apoyar a toda la población víctima”, dice.

Diana cuenta que tiene compañeras que viven en El Tabor, a una hora y media de Tadó, que no han podido asistir a clases por falta de dinero para pagar los transportes. “Le hemos pedido a la universidad revisar esos casos y contemplar más ayudas porque no son suficientes, quienes viven lejos no tienen ni para el transporte ni para conectarse a las clases virtuales”, agrega.

Le hemos pedido a la universidad revisar esos casos y contemplar más ayudas porque no son suficientes, quienes viven lejos no tienen ni para el transporte ni para conectarse a las clases virtuales

Diana Garro, estudiante de Trabajo Social

A sus 36 años, Diana agradece estar becada y que no se exija un límite de edad para estos beneficios.

Enith Johana Becerra Espitia

Tiene 33 años. Es estudiante del nivel VII de trabajo social y vive en Tadó. Enith es contadora pública, pero no ha logrado conseguir trabajo en esta área por lo que decidió estudiar otra carrera. Durante los primeros semestres estuvo beneficiada con la matrícula cero, pero ahora perdió el beneficio porque en el programa de gratuidad se pide que no tengan título universitario.

“Soy contadora pero no tengo trabajo. Acá todo se da por favores políticos y quienes hacen parte del programa de turno, no tengo un padrino que me ayude a ingresar. Estudio trabajo social porque es una carrera que me apasiona, quiero ayudar a la transformación social y tener otras oportunidades laborales”, dice.

“Esta carrera me ha ayudado a ser más crítica, construir conocimiento y espero en un futuro tener una fundación que ayude a nuestras comunidades y donde el pilar sean los niños y las mujeres víctimas de maltrato intrafamiliar”, agrega.

Enith estudió becada durante los tres primeros semestres y desde el cuarto ha tenido que pagar la matrícula. Para el nivel IV pagó 337.000 pesos; en los niveles V y VI,  391.000 y ahora en el nivel VII pagó 438.000. Los días de clases son los viernes, sábados y domingos. 

Su familia le ayuda a pagar la matrícula, la alimentación y el sostenimiento. “Nos vemos apretados, pero es una manera de seguir adelante. Le digo a las personas que aprovechen las oportunidades y todas las becas”, agrega. Igual que Clecner, Enith dice que se necesita incorporar otras carreras porque son muy pocas las que llegan a Tadó. 

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Clecner Mosquera Mosquera 

Tiene 28 años. Es estudiante de nivel V de Trabajo Social en la Universidad Tecnológica Diego Luis Córdoba. Vive en Santa Cecilia, a dos horas de Tadó, y debe pagar 70 mil pesos en transporte para asistir a las clases los viernes, sábados y domingos. 

“Viajo todos los fines de semana hasta Tadó y he pedido ayudas para que en la universidad se implemente un bono de transporte y de alimentación para todos los que no vivimos allí”, dice. 

Clecner hizo un técnico de asistente en trabajo social con el SENA y su meta es profesionalizarse. “El técnico fue algo muy básico y luego empecé a averiguar para seguir la carrera y ser profesional. Me gusta que en esta profesión somos catalizadores de problemas, somos guías y quienes contribuimos al desarrollo social. He aprendido a ser mejor persona y apoyar a la comunidad”, cuenta. Además, recuerda que el ingreso al programa fue reñido. En el proceso de selección se inscribieron 300 personas y solo pasaron 80.

Para Clecner no ha sido fácil asistir a clases todos los fines de semana. En ocasiones su familia no cuenta con el dinero para los pasajes, pero ella le va pidiendo a conductores para que la acerquen. “Pido que me lleven en moto o en bus, como sea”, afirma. Otra de sus preocupaciones es cuando debe asistir a reuniones de trabajo en grupo y debe asumir más gastos. También cuando necesita materiales o libros.

Pido que me lleven en moto o en bus, como sea

Clecner Mosquera, estudiante de Trabajo Social

“Mi sueño es seguir ayudando a la comunidad, hay mucho por hacer en salud mental. Me gusta trabajar con líderes sociales. En el proceso de selección fui la mejor, siempre he estado becada y he motivado a los demás para que se impulsen a estudiar”, agrega.

Clecner actualmente no tiene trabajo y depende de su familia y esposo, con el que tiene una hija de 8 años. “La matrícula 0 llegó para cambiar vidas, es lo que nos permite ingresar a la universidad. Pero hemos pedido para los jóvenes que vivimos lejos ayudas para la alimentación, el sostenimiento y los transportes. Si voy tres días me gasto 210 mil a la semana. No tengo cómo pagar eso”.

Por último, dice que ella tuvo la oportunidad de estudiar lo que quería y lo que se sueña haciendo en el futuro, pero otros, ingresaron a esa carrera porque era lo que les tocaba, ya que son pocas las carreras ofertadas.

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