Foto: Jhon Arley Murillo
Todo el país Entrevista

“Esta es la tercera ley más importante para las comunidades afro”: Murillo, autor de la Ley del viche/biche

Hace dos semanas, el Gobierno Nacional expidió el decreto que reglamenta la Ley (2158) del viche, aprobada en 2021 para proteger la producción y las prácticas culturales alrededor de esta bebida ancestral del Pacífico colombiano. Consonante habló con Jhon Arley Murillo, autor de la ley, sobre la importancia de su reglamentación, el impacto en las comunidades negras y afros y los avances logrados tres años después.
¿Cómo se hizo este trabajo?
Leí la ley del viche y el decreto emitido por el Gobierno Nacional. A partir de ahí entrevisté a Jhon Arley Murillo.

Hace tres años, el Congreso aprobó la ley 2158 de 2021. Con esta se daban los lineamientos para proteger la producción, comercialización y las prácticas culturales alrededor del viche, un destilado de la caña de azúcar reconocido como bebida artesanal y ancestral de las comunidades negras y afro del Pacífico colombiano. Su vitrina principal eran los territorios donde se producía y el Festival Petronio Álvarez, el festival afro más importante de Latinoamérica y el mundo,  en el que suele comercializarse.

El viche suele usarse con fines medicinales, como analgésico para aliviar cólicos menstruales; preventivos, para  evitar la mordedura de serpientes; culturales, como acompañar ceremonias o velorios; ocio, como bebida alcohólica; y hasta afrodisiaco. 

Aunque la producción del viche es un saber y una práctica ancestral, hubo intentos de terceros por apropiarse de este. El ejemplo más claro fue el del exconcejal de Cali, Diego Ramos, que en 2017 registró la marca ‘Viche del Pacífico’ y un años después pidió que se tomaran medidas cautelares contra cualquiera que vendiera viche, incluso en el Petronio.

Las acciones causaron revuelo a nivel nacional y llevó a que las comunidades negras y afro del Pacífico (Chocó, Valle, Cauca y Nariño) empezaran a pensar cómo luchar contra la apropiación cultural y económica en torno a la bebida.

Ese fue el germen de la Ley del viche que la semana pasada fue reglamentada bajo el decreto 1456 de este año que fija los conceptos y normas para aplicarla.

El decreto es clave porque operativiza la ley, la aterriza y establece, por ejemplo, la certificación de precios de venta al público, la creación del Plan Especial de Salvaguardia del Paisaje Cultural Vichero, o la concertación de programas para proteger, fomentar, posicionar y promocionar a los productores del viche. 

También incluye los requisitos para ser acreditado como productor vichero, que incluye puntos como usar el cultivo de caña de azúcar de acuerdo a las costumbres de las comunidades negras de la zona y presentar un certificado del consejo comunitario al que pertenece, que corrobore que la caña es cultivada en ese territorio y que ha sido productor. 

Con el fin de conocer cuáles son los avances después de tres años de aprobada la ley y qué significa para las comunidades negras y afro, Consonante habló con Jhon Arley Murillo, exrepresentante a la Cámara por las comunidades negras, actual presidente del partido Colombia Renaciente y coautor de la Ley del viche. Además, Murillo es un chocoano descendiente de familias vicheras, por lo que conoce los procesos, las implicaciones y la importancia del viche y lo que rodea a esta bebida.

Consonante: ¿Qué lo impulsó a formular este proyecto?

Jhon Arley Murillo: La situación detonante fue cuando un concejal de Cali registró la marca Viche del Pacífico como su propiedad. Luego le pidió al Festival Petronio Álvarez que prohibiera la venta de cualquier producto de viche porque, según él, tenía la propiedad de la marca. Eso generó una alerta grande, no sólo para los productores de viche sino para toda la comunidad del Pacífico, lo que  llevó a una iniciativa judicial que logró revocar  el registró de la marca . 

Después, cuando yo estaba en el proceso de ser candidato (a la Cámara de Representantes) tuve reuniones en donde las comunidades nos hablaron de la necesidad de un instrumento de protección legal para el viche. Así que desde campaña, junto con transformadores y productores de este bebida, me comprometí a que si llegaba al Congreso plantearía una normativa para proteger los saberes ancestrales, alrededor del viche, que estaban en riesgo. En especial porque había una apropiación del saber y del proceso de explotación de ese saber ancestral que dejaba en segundo plano a los productores reales. 

También debo decir que fue importante mi origen y contexto familiar. Mi familia – tanto la materna como la  paterna–, en algún momento se dedicaron a la producción del viche. Eso ayudó para asumir el reto de presentar el proyecto de ley de forma conjunta con el representante Juan Fernando Reyes Kuri.

C: La ley delimita que las comunidades productoras de viche/biche solo están en Chocó, Valle, Cauca y Nariño, ¿cuál es la historia del viche/biche en estos territorios?

J.A.M.: Lo que se evidenció en los departamentos de Chocó, Valle, Cauca y Nariño es que este destilado que las comunidades llaman viche va acompañado de unas prácticas de producción específicas y de un contexto cultural que lo hace distinto a otros destilados como caperuza, el charuco, el ñeque o el chirrinchi en la Costa Atlántica. 

Además de producir la bebida alcohólica, en el Pacífico, el viche se usa para acompañar procesos de fertilidad, partería y hasta religiosos. En varios estudios como el de ‘La ruta del viche’ de la Universidad del Pacífico, se describen las particularidades en el proceso de producción y el relacionamiento con las comunidades que hace que, desde la punta del Chocó hasta Esmeraldas en Ecuador, sea distinto a los destilados de otras zonas del país. 

C: ¿Por qué es importante para las comunidades negras del Pacífico proteger y garantizar la producción tradicional del viche/biche?

J.A.M.: Es importante porque el viche es parte de la identidad de las comunidades del Pacífico. Más allá del proceso de convertirlo en una bebida alcohólica, que no es lo menos importante, el viche hace parte de prácticas cotidianas y comunes en la región. Por ejemplo, algunos viejos en el Pacífico, cuando se van a trabajar al monte, se toman un ‘Maravillo’, que es un trago de viche curao’, para trabajar protegidos de las picaduras de serpientes.

El viche también es fundamental en la fertilidad del hombre y la mujer, con esta bebida dicen que ‘sacan el frío’ de la persona para que el aparato reproductivo trabaje.

Incluso se usa en el trabajo de partería y hasta en el posparto; también en las fiestas, en los bailes de marimba, en la música del Pacífico, en los productos medicinales de la región. Hace parte de la vida diaria de la gente del Pacífico, por eso es tan importante.

Además de eso, el viche también es el motor de la economía del Pacífico. Muchas familias derivan su sustento económico de la producción de esta bebida. Siempre he dicho que el viche también fue una palanca que ayudó a la igualdad de la mujer frente al hombre. El hombre salía a trabajar a la calle, a pescar, a jornalear y la mujer también era productiva porque se quedaba en la casa, a veces junto con los hijos, trabajando en la fermentación y destilación del viche.  

También es importante aclarar que la ley dice que el viche se produce en Chocó, Valle, Cauca y Nariño, pero no es en toda la región, es en los municipios del litoral Pacífico, incluso los que tienen una vocación vichera ligera.

C: ¿Cómo fue la participación de los pueblos negros y afro en el proyecto y la reglamentación de la ley?

J.A.M.: Fue total. Primero, desde el llamado de las comunidades del Pacífico para que le pusiéramos atención al tema durante la campaña al Congreso como representante de las comunidades afrocolombianas. Segundo, esta ley fue pensada y co-creada por las comunidades. Para el debate en el Congreso hicimos muchas reuniones virtuales porque estábamos en pandemia, el articulado que conocemos fue co-elaborado y revisado por las comunidades para tener la certeza de que lo que quedara allí llevara su visión. La batalla y la celebración de la ley fue acompañada por varios actores clave de las comunidades que estuvieron desde el inicio y a los que también agradecemos por su participación.

C: Han pasado tres años desde que se aprobó y sancionó el proyecto de ley, ¿qué avances ha visto en temas de protección, comercialización y reglamentación en este tiempo?

J.A.M.: Primero aclarar que nosotros habíamos planteado un periodo de máximo un año para la reglamentación teniendo en cuenta la importancia de esta, así que el plazo de tres años fue muy largo. 

Sin embargo, creo que en este tiempo, la noticia de la ley y el ‘boom’ que generó ayudó a difundir el concepto de lo que es el viche. El apoyo mediático que tuvo la discusión de la ley fue clave para que el viche saliera de las fronteras del Pacífico y se diera a conocer en el resto del país. Eso fue una ganancia enorme. El ‘boom’ es tanto que hoy hay escasez de la bebida. Los vicheros me dicen que la demanda es tan alta que lo que antes tardaban meses en vender, hoy lo venden en semanas y ya no tienen cómo producir viche.

Este ‘boom’ también ha implicado un retorno de recursos muy importante para los territorios por el aumento del consumo del viche en el Pacífico y por fuera. Hay avances claves en ciertos sectores gastronómicos, se ha multiplicado exponencialmente las cartas de restaurantes donde encuentras cocteles a base de viche. Yo estoy aterrado porque cuando empezamos con la Ley del viche encontrábamos la bebida presentada en botellas de plástico con una etiqueta muy sencilla, hoy hay mucha creación alrededor de esta, productos muy bien presentados de cara a lo que pide el mercado nacional e internacional. 

En términos de profesión, creo que faltaba el decreto de reglamentación para materializar cómo se iba a generar esa protección a los vicheros para que no vengan personas que no son de las comunidades afrodescendientes del litoral Pacífico a producir y comercializar viche. Más allá de la demora, esto ha sido muy positivo, la ley ayudó a sacar el viche de la lógica del Pacífico y de la lógica cultural del Petronio Álvarez

C: ¿De qué forma le ha servido a las comunidades contar con una ley que protege la tradición y comercialización vichera?

J.A.M.: Creo que la principal ayuda es que la comunidad vichera y afro cuenta con un instrumento sobre el cual avanzar en la protección, promoción y ejecución del viche y los saberes asociados a este.

A veces en los pueblos veo que las mujeres, los hombres, las matronas, los productores, van llegando con la ley debajo del brazo. La gente la lee y ya sabe de derechos. Por ejemplo, hay un artículo que indica que el etiquetado de la botella tiene que decir de qué comunidad viene el viche, quién lo produjo, qué familia o qué consejo comunitario. Debido a eso me he encontrado a mujeres productoras de viche reclamando a ciertas marcas por no cumplir con ese requisito. 

Como dijo alguien por ahí, creemos que después de la declaratoria de libertad y de la Ley 70 (de 1993), esta ha sido la tercera ley más importante para las comunidades afrodescendientes en Colombia.

La ley no es perfecta, falta mucho, pero es un avance importante porque las comunidades negras y afro cuentan con el viche como un activo cultural representativo, visible y valorado por todo el país.

C: Pero también hubo dificultades. La más conocida fue que las comunidades vicheras/bicheras tenían que tramitar, pagar y contar con un registro del Invima que apenas se creó este año y que los tuvo en el limbo todo este tiempo. ¿Cómo la ley y el decreto que la reglamenta facilita estos procesos para las comunidades?

J.A.M.: Lo facilita porque hay un derrotero clave de cómo poder acceder a esos requisitos. El registro Invima, que otorga la categoría de ‘artesanal étnico’ al viche y que se creó con la ley, fue una iniciativa del Ministerio de Cultura que permite que el viche pueda comercializarse a todo el mundo. 

Tener el decreto nos permite saber qué se debe hacer, quién lo debe hacer, cómo lo debe hacer. La gente estaba en la nebulosa, ahora tenemos una ruta: está el decreto y la resolución que sacó el Invima a comienzos de año (que dice, por ejemplo, los requisitos y las condiciones necesarias para la producción del viche). Eso le da tranquilidad a la gente para iniciar el proceso de registro y así vender el viche en estancos, restaurantes y, como quiere nuestra comunidad, exportarlo.

C: ¿Cuál considera que es el reto más grande para la implementación de esta ley?

J.A.M.: El poder organizarnos como comunidad para poder sacarle el mayor provecho a la ley, para generar esa protección real, esos procesos de encadenamiento productivo, de cooperativismo, de unidad comercial, de movilidad económica. También en organizarnos para atacar y combatir la usurpación o la apropiación que generan actores que no son de la comunidad. Los beneficios deben ser solamente para las comunidades que han protegido esta tradición. 

Cómo gestionar va a ser muy clave para las comunidades, en especial porque la ley también creó el Paisaje cultural vichero y el Plan especial de salvaguarda de ese paisaje que, esperamos, mueva el sector turístico a través del conocimiento y la presentación de ‘La ruta del viche’. Esto sólo se puede lograr si las comunidades logran apropiarse de este proceso.

C: Usted decía que la ley no es perfecta y que le falta mucho, ¿qué falta? 

J.A.M.: Yo quería que así como la producción quedó garantizada de manera exclusiva para las comunidades, también lo fuera la comercialización. Pero eso generó mucha discusión por temas de libertad para crear empresa. La idea era tener el monopolio de la comercialización para garantizar que las marcas y todo el recurso que produjera la cadena del viche llegara a esas comunidades empobrecidas del litoral pacífico para mejorar su calidad de vida. 

Ese fue un pendiente que esperamos lograr a futuro porque sólo la aprobación de la ley fue difícil: tuvimos que conseguir los votos de cuatro debates, sólo contábamos con mi voto y con el apoyo del Partido Liberal con Juan Fernando Reyes Kuri. Hasta el último momento tuvimos que luchar y explicar, por ejemplo, porque esto era sólo para las comunidades negras y afros del Pacífico.

C: Para los pueblos negros y afro el viche/biche tiene usos medicinales, espirituales, culturales, entre otros; pero hacia afuera muchas veces se comercializa sólo como licor o bebida afrodisiaca, ¿Cómo esta ley puede ayudar a proteger el significado y la relevancia del viche hacia afuera sin caer en la apropiación cultural y la exotización de los pueblos negros y afro?

J.A.M.: Esa es una discusión muy fuerte que también se dio en el planteamiento del articulado. Ahí será clave el Comité Intersectorial que será conformado por representantes de las comunidades vicheras y que será el ente regulador de la ley. Será importante para plantear las condiciones para que, asociado a la venta, vaya la información y la pedagogía en torno a que el viche no es una bebida para emborrachar sino que representa y condensa la cultura, la historia y las prácticas sociales de una comunidad. 

La ley plantea que el gobierno tiene que dar recursos para el proceso de difusión de la ley y la cultura afro. El reto ahora es construir esa ruta de socialización pedagógica, que el gobierno entienda que debe darle recursos a las comunidades y que las comunidades se apropien del tema para proteger el viche y venderlo como representación cultural, más allá de una bebida alcohólica que exotice a quienes lo producen o consumen.

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