Ilustración: Camila Bolívar/ Consonante.
Ilustración: Camila Bolívar/ Consonante.
Tadó Entrevista

“En el Chocó se viene cocinando una violencia peor que la del Catatumbo”

Monseñor Mario de Jesús Álvarez Gómez, obispo de la Diócesis Istmina - Tadó, pide al Estado atender con urgencia a las comunidades afectadas por las disputas entre el Eln y las Agc y que se reanuden los diálogos de paz. Hay 13.000 personas afectadas tras el anuncio del paro armado esta semana.

Este martes comenzó el paro armado del Eln en el Chocó. Esta situación se da en medio de denuncias por el aumento de la instalación de minas antipersona y las alertas por más de 3.500 desplazados y unas 9.000 personas confinadas, en su mayoría pertenecientes a comunidades indígenas. 

La escalada de violencia se ha intensificado en las últimas semanas. La gobernadora del Chocó, Nubia Carolina Córdoba, alertó ante la Organización de Estados Americanos OEA el reclutamiento de dos menores de edad y el secuestro de un gobernador indígena: “No puedo quedarme callada en un escenario como la OEA, cuando en este momento esos combates tienen en confinamiento y desplazamiento a los habitantes, o nos están llevando a las niñas en reclutamiento forzado, apenas ayer se me llevaron dos niñas de una comunidad; y el Gobernador Indígena de una comunidad fue secuestrado por alzar la voz”, denunció la gobernadora. 

Córdoba también indicó que en el 80 por ciento del departamento hay minas. “El departamento del Chocó está minado, las minas antipersona están prácticamente en el 80 por ciento del territorio. El episodio más reciente ocurrió el 20 de enero, cuando las tropas del Ejército fueron atacadas con un artefacto explosivo instalado como campo minado por miembros del Eln en el corregimiento El Tabor, a 35 minutos del casco urbano de Tadó”, agregó. 

Este es el octavo paro armado por parte del Eln que se vive en el Chocó en el último año. El último dejó 50 mil personas desplazadas. Este departamento, según la Defensoría del Pueblo, está entre las 12 zonas del país con emergencia humanitaria por los enfrentamientos entre el Eln y las Agc.

Ante esta situación de violencia, Consonante habló con Monseñor Mario de Jesús Álvarez Gómez, obispo de la Diócesis Istmina - Tadó,  quien lleva 7 años en este departamento y recorre frecuentemente la cuenca del río San Juan. Álvarez reiteró su llamado a todas las instituciones del Gobierno para que envíen ayudas a las familias afectadas, que se han tenido que desplazar y confinar en sus territorios. Como representante de la Iglesia, también invitó a que se retomen los diálogos de paz con el Eln. 

Consonante: ¿Qué comunidades se encuentran actualmente en riesgo por estos hechos de violencia? 

Monseñor Mario de Jesús Álvarez: Hubo un encuentro con los personeros y alcaldes de los municipios del Chocó y se llegó al balance de que en esta región hay 13.000 personas afectadas. De ellos hay 3.500 desplazados y unas 9.000 personas confinadas.

Estamos tocando puertas de todas las instituciones porque desde noviembre, luego de la asistencia en la ola invernal, no nos quedó dinero para alimentos, vestido y medicinas. Necesitamos atención urgente. 

Como iglesia vamos a seguir acá. Queremos ser voz de todas las personas que allí viven, de las comunidades indígenas, afrodescendientes y mestizas.

C: ¿Qué zonas son las más afectadas por las disputas entre el Eln y las Agc?

M.J.A.: El Eln tiene dominio en este territorio y las Agc vienen avanzando y ganando espacio. Hace poco hubo enfrentamientos en el Bajo Calima entre el Eln y las disidencias, a lo mejor tenían la intención de subir por el río San Juan.

La mayor alerta está en la zona del Medio San Juan. La diócesis de Istmina y Tadó cubre todo el suroccidente del departamento del Chocó y la costa del Pacífico desde Panamá hasta Buenaventura, el río Baudó y la cuenca del río San Juan. En esta región hay grandes problemas y situaciones de violencia por grupos armados. 

En el río Iró, cuya cabecera municipal es Santa Rita de Iró, hace 15 días murió un intendente. Allí dejaron un artefacto y apenas lo pudieron desactivar el domingo pasado en la tarde. Desactivar esta mina que dejó allí el Eln tranquilizó un poco a la comunidad, pero se siente una continua zozobra. 

Ahora se vive la violencia de una forma más cruda en la región que conocemos como Medio San Juan, cuya cabecera municipal es Andagoya. Y compromete a varios municipios de la zona rural como Istmina, Sipí, Nóvita y el Litoral de San Juan. 

C: ¿Cómo están las demás comunidades y qué zonas son las que más preocupan?

M.J.A.: Hay un problema también en el Alto San Juan y que se manifiesta repetidamente en el bloqueo de la vía Tadó –Pereira. Allí continuamente se están realizando bloqueos por falta de atención, por inseguridad y llamados al Estado. En esta zona están las comunidades indígenas Embera Katio. 

En el Medio San Juan hay que detenerse con particular cuidado y lo hemos venido advirtiendo. También hay violencia en el bajo San Juan, en el municipio del litoral de San Juan, y comunidades vecinas a Buenaventura. Es decir, toda la cuenca del río San Juan está en desorden social y violencia.

C: ¿En esta zona están el Eln y las Agc o han identificado más grupos ilegales? 

M.J.A.: No, son básicamente estos dos. Puede ser, no lo puedo asegurar, que ese enfrentamiento que hubo entre el Eln y las disidencias en el bajo en el Bajo Calima, que es el río que hace división entre el norte del departamento del Valle del Cauca y el sur del departamento de Chocó, vaya a sumarse a este conflicto. Entonces, ya serían tres grupos. Pero en este momento lo que tenemos claridad es la presencia del Eln y las Agc. 

El Eln ha dejado banderas en la carretera.
El Eln ha dejado banderas en la carretera.

C: No es la primera vez que la Iglesia lanza una alerta por la violencia en el Medio San Juan. ¿Considera que se ha expandido la violencia en todo el territorio?

M.J.A.: Sí. Desde el Medio San Juan hay comunicación por tierra con el Bajo Baudó y eso comprometería un municipio más, un territorio extenso, con mucha área selvática y que conecta con el Litoral, el Medio San Juan y el Medio Baudó. Esta última es otra zona neurálgica donde también hay enfrentamientos y una poca presencia del Gobierno. 

C: ¿Qué llamado hace la Iglesia a las autoridades? 

M.J.A.: Hacemos un llamado al Gobierno para que a través de sus instituciones haga presencia en todas estas zonas. Esto es algo que venimos diciendo desde hace mucho, a todos los gobiernos de turno y ahora con el gobierno de Gustavo Petro. Le pedimos atención a todas las instituciones que tienen que ver con derechos humanos.

Que la Policía, el Ejército y la Armada hagan una presencia no solo coyuntural, no solo del momento, sino más permanente. Esto no es una invitación, por supuesto, a la guerra. Es una invitación a que la presencia de ellos garantice la seguridad y la tranquilidad.

También a que se retomen los diálogos con el Eln, que sean efectivos los alivios humanitarios que se han prometido y que haya acción del Estado en todos estos municipios.

"También a que se retomen los diálogos con el Eln, que sean efectivos los alivios humanitarios que se han prometido y que haya acción del Estado en todos estos municipios"

Monseñor Mario de Jesús Álvarez Gómez

C: ¿Han llegado ayudas?¿Hay más seguridad luego de esta alerta?

M.J.A.: Sí, tengo entendido que el Ejército y la Armada van a hacer mucha más presencia y el llamado es también a estos grupos para que, por favor, no involucren a la sociedad civil en esta guerra. De ahí la necesidad de aceptar estos diálogos de paz y que estas conversaciones demuestren un deseo de paz y que no sea únicamente una distracción.

C: Esta es una región que siempre ha estado en conflicto pese a los llamados de la Defensoría, organizaciones de derechos humanos, y de la Iglesia, ¿qué cree que hace falta?

M.J.A.: Que se sienta el Estado, que se sienta y haya una presencia activa de la institucionalidad, que realmente allí sea efectivo todo aquello que históricamente ha faltado: la educación, la salud, el transporte. Por ejemplo, movilizarse por esta zona es carísimo y la única vía es el río y esto es muy costoso.

Nosotros nos sumamos a las alertas de la Defensoría pero necesitamos intervención del Estado, necesitamos respuestas.

C: ¿Qué lo lleva a alertar de que esta situación podría igualarse a lo que sucede en el Catatumbo? 

M.J.A.: Lo que se viene cocinando en el Medio de San Juan no es de ahora, los llamados y alertas son de mucho tiempo. Se ha suplicado por ayudas, se ha rogado, pero no se hace efectivo. Puede ser que se esté cocinando una violencia peor que la del Catatumbo, esperemos que no, pero necesitamos que se atienda este llamado urgente y que el Estado esté allí. Necesitamos la presencia de todas las instituciones en una zona que es tan neurálgica y tan importante para todos. Si no se atiende como debe ser, precisamente es codiciada y es sostenida por uno o otro grupo ilegal.

"Lo que se viene cocinando en el Medio de San Juan no es de ahora, los llamados y alertas son de mucho tiempo. Se ha suplicado por ayudas, se ha rogado, pero no se hace efectivo"

Monseñor Mario de Jesús Álvarez Gómez

C: ¿Cómo está la situación? ¿La Fuerza Pública si está presente como ha dicho?

M.J.A.: La Fuerza Pública habló de un refuerzo de seguridad. La invitación no es a que se alimente una confrontación sino que se dé cierta serenidad a la comunidad y a través de estos entre toda una institucionalidad en salud, en transporte, en educación, en recreación y deporte. Son tantas las comunidades que han estado olvidadas que esto es lo que necesitan realmente.

C: ¿Qué comunidades se están viendo más afectadas por desplazamientos y confinamientos?

M.J.A.: Las comunidades de Puerto Murillo, la comunidad de Unión Wounaan, de La Lerma y la comunidad de Noanamá, que es como el centro del Medio San Juan. 

C: ¿Tienen reportes de instalación de minas antipersona?

M.J.A.: Se ha aumentado el sembrado de minas, tenemos reportes en Sipí, en Negría, en el Tabor y en área rural de Tadó. Los grupos ilegales han aumentado el sembrado de estas minas para asegurar que los otros no lleguen y terminan perdiendo las comunidades, esta es nuestra mayor advertencia.

Se conoce de la instalación de minas en zonas en las que antes no había, como en la zona rural de Tadó, en la carretera. Hemos hecho la alerta y tenemos un equipo de trabajo desde la diócesis inclusive con personas que han sido afectadas directamente. 

C: ¿También conocen casos de reclutamiento de menores?

M.J.A.: Eso se ha dado históricamente, siempre se han llevado menores. Pero no puedo asegurar sobre casos nuevos.

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C: ¿Cómo se está trabajando con las otras parroquias y cómo se garantiza la seguridad de los sacerdotes?

M.J.A.: En la pastoral tenemos una comisión que trabaja en la reconciliación, la paz y el desarrollo. Se visitan, se acompañan a las comunidades y a los sacerdotes. Estamos presentes en todas las zonas por sectores. 

C: ¿La Iglesia sigue en las mesas de diálogo? ¿En qué quedaron las conversaciones? 

M.J.A.: La mesa de diálogo entre el gobierno nacional y el Eln está suspendida. No está revocada. Nosotros pedimos que se retome la negociación y los diálogos porque si no se acelera esto, uno u otro frente se van desplegando y endureciendo. Cada vez será más difícil retomar esos diálogos.

El llamado de la Iglesia es a que se retomen nuevamente estos diálogos. El mismo cese al fuego, aunque hubo algunos incidentes, se sintió. Se siente la esperanza de que salgamos de esta guerra. 

"El llamado de la Iglesia es a que se retomen nuevamente estos diálogos. El mismo cese al fuego, aunque hubo algunos incidentes, se sintió. Se siente la esperanza de que salgamos de esta guerra" 

Monseñor Mario de Jesús Álvarez Gómez

C: ¿Cómo están las comunidades indígenas en el tema de desplazamiento y confinamiento?

M.J.A.: Las comunidades se han desplazado en varias ocasiones para pedir alimentos. Su mayor preocupación ha sido también la incursión de algunos grupos armados o incluso estar tan cerca de enfrentamientos entre el Ejército y algún grupo. 

Las comunidades indígenas, sobre todo del medio San Juan, quisieran estar fuera de esto. Nos duele como esa violencia afecta a las comunidades y las deja en medio de estas contiendas de guerra.

Tenemos un sacerdote que está en Playa de Oro (Tadó) y le corresponden Tabor y Guarato, donde se encuentra la comunidad Embera Katio. Él está pendiente de la situación que se vive en esta zona y nos ha reportado un continuo confinamiento.

Comunidad de Mesetas en confinamiento el año pasado por enfrentamientos entre el Eln y el Ejército. Foto: Angy Alvarado.
Comunidad de Mesetas en confinamiento el año pasado por enfrentamientos entre el Eln y el Ejército. Foto: Angy Alvarado.

C: ¿En algún momento se ha sentido en riesgo o ha recibido intimidaciones de algún grupo?

M.J.A.: Aquí sí hay que ser muy sinceros, en las salidas me encuentro con unos o con otros y he podido hablar con ellos. Por supuesto, como representante de la iglesia los invito a la reconciliación y al diálogo, pero nunca me han impedido la movilización, ni se le han impedido a los sacerdotes que están en la zona. Ningún grupo.

Como iglesia hemos logrado ser la voz de las comunidades y esto hace que todos estos grupos nos dejen accionar y si en algún momento hay alguna crisis, alguna acción inmediata o humanitaria estamos nosotros para ayudar, sea quien sea. 

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