Ilustración: Camila Bolívar
Ilustración: Camila Bolívar
Todo el país Reportajes

Cinco fiestas patronales para conocer en 2022

Estas son las historias de algunas de las celebraciones típicas más particulares del Chocó, La Guajira y Bolívar para visitar este año de forma presencial y virtual.

Por qué es importante

En Colombia se celebran más de 160 fiestas en honor a un santo patrono o patrona, a quienes los creyentes le agradecen por la salud, la protección o algún milagro realizado. Estas celebraciones son espacios que permiten el reencuentro de las comunidades, y sirven para mantener vivas las tradiciones y dar a conocer la riqueza gastronómica y artística de los pueblos. Este año, además, son una oportunidad para fomentar el turismo y oxigenar una economía golpeada por la pandemia.

“Más allá de una fiesta, buscamos que las nuevas generaciones se empoderen. Como afros debemos empoderarnos de nuestra historia y cultura”

Charley Elvira Córdoba, presidenta de la Junta Central Mercedaria de Istmina, que se encarga de las fiestas patronales en este municipio chocoano. 

Fonseca: El Festival del Retorno

Desde el 28 de agosto, Fonseca se viste de fiesta en honor a San Agustín de Hipona. Una celebración que se remonta a los años 1740-1750, cuando el español Agustín Fonseca ordenó traer una imagen del santo al poblado que recién se levantaba a orillas del río Ranchería. “La primera imagen que se trajo fue de madera y después se reemplazó por imágenes de yeso como están en la actualidad. Como San Agustín murió el 28 de agosto del año 430, se celebra ese día para recordar su vida y su muerte”, explica Carmen Lucina Rodríguez, directora del Museo Histórico de Fonseca.

En 1972, esta fiesta tuvo un impulso con la realización del primer Festival del Retorno, bajo el lema “Fonseca, volver a ti es repetir la dicha de nacer”. Con esta celebración se buscaba fomentar el retorno de aquellos fonsequeros que estaban lejos de su tierra natal para unificar a las familias. Para esto, se bautizaba a los recién llegados en una pila bautismal improvisada debajo de un árbol higuito.

A pesar de la pandemia, el año pasado se celebró el festival y se realizó el bautizo el último día de festejo. Foto: Museo Histórico de Fonseca

Durante el Festival del Retorno, también se realizan concursos de compositores e intérpretes expertos y aficionados del vallenato o la música de acordeón. “Fonseca en otrora fue epicentro de la música vallenata. Se dieron duelos de acordeones entre juglares de la primera generación de este género como Luis Pitre Gómez y Francisco El Hombre”, dice Rodríguez. De ahí que el festival sea tan importante, según la directora del Museo, para “mantener viva la idiosincrasia del pueblo fonsequero: su música, sus costumbres que se muestran en el desfile inaugural y su baile típico (colita abierta, colita cerrá)”.

Istmina: Nuestra Señora de Las Mercedes

Cada 24 de agosto en Istmina suena el pregón mercedario, con el que se da a conocer que el municipio estará de fiesta en honor a la Virgen de Las Mercedes. Pero es hasta el 10 de septiembre que inicia en forma la celebración con la serenata a la santa patrona, que ofrecen los barrios, los colegios y los demás pobladores en la catedral. “Nuestra interceptora nos mantiene protegiendo y le agradecemos. Nosotros miramos que muchas cosas nefastas pueden pasar pero no nos pasan. Gracias a Dios y a nuestra patrona somos un pueblo en libertad, un pueblo en paz en medio de tanta violencia”, afirma Charley Elvira Córdoba.

Hasta el 24 de septiembre, día principal de las fiestas en el que se rinde homenaje a la Virgen en carrozas y se hace un almuerzo para los reclusos, se desarrollan actividades. El 11 de septiembre se dedica a los peinados africanos. “La importancia (de este evento) es cómo se autodefinen las mujeres, cómo son percibidas como negras, cómo gestionan su identidad a través del cabello”, explica Luz Hinestrosa, secretaria de la Junta Mercedaria. Del 13 al 22 de septiembre, los diez barrios istimeños rinden homenaje a la virgen. La novena se inicia el 15 y cierra el 23 con un recorrido de la santa patrona sobre una balsa por el río San Juan, seguida de otros altares coloridos adornados con frutas de la región para que haya abundancia. Luego, se lleva a la catedral.

Participante del concurso de peinados africanos en Istmina. Foto: Yao Rodríguez

En Istmina hay distintas versiones sobre cómo se escogió a la santa patrona. Charley Elvira Córdoba explica que según una de las más conocidas “hace 178 años, en cabeza de monseñor Gustavo Posada, venían dos vírgenes para el San Juan. Llegaron por el río (San Juan). Para Condoto era la Virgen de Las Mercedes y para Istmina, la Virgen del Rosario. Pero por coincidencias y cosas del destino, nos tocó la Virgen de Las Mercedes. Desde ahí se le hace su celebración anual, la cual es una fiesta cultural-religiosa”.

San Jacinto: El Festival de Gaitas

En este municipio del departamento de Bolívar existen dos santos patronos: San Jacinto y Santa Ana. El 16 y 17 de agosto se organizan procesiones en su honor. El primer día desfila uno adelante y el segundo día, el otro. Rogelio Arrieta, historiador sanjacintero, cuenta que recién creado el municipio en 1776, el fundador estableció como santo patrono a San Jacinto y en su honor nombró al poblado. Sin embargo, en un palenque ubicado a las afueras se festejaba a Santa Ana.

“Se presentó una pugna entre los de arriba, el palenque de los negros, y los de abajo que era la población que trajo el fundador. Los de arriba comenzaron también a hacer festividades y siempre tenían encuentros con los bajeros como se llamaban en ese entonces”, dice Arrieta. Sin embargo, en “1870 llegó un cura de apellido Taver y dijo, ‘vamos a unir la población religiosa’”, agrega. Desde ahí, se turnan el desfile.

Pero las fiestas patronales no pueden separarse de la música que dio a conocer a San Jacinto a nivel internacional. Por esto se realiza, además, el Festival Nacional Autóctono de Gaitas, que se remonta al año 1988 cuando los gaiteros mayores del municipio buscaban hacer un homenaje a los artistas de esta música. Se hacen ruedas de gaitas en todos los barrios del municipio, se hace el desfile de gaiteros profesionales y aficionados con el que se rinde homenaje a los fallecidos y se premian las categorías de parejas bailadoras, al de decimeros y de canción inédita. “Se unieron las fiestas en esa fecha porque hay un puente. Se hizo para no perder tanto tiempo y tener varias actividades”, explica Jorge Quiroz, director del Museo Comunitario de San Jacinto.

La casa del gaitero Toño García es uno de los talleres familiares de San Jacinto donde se fabrican gaitas, tamboras y maracas, que son vendidas a artistas y turistas. Foto: María Fernanda Padilla Quevedo

Tadó: Virgen de la Pobreza

Desde finales de agosto hasta el 8 de septiembre, la población de Tadó venera con comparsas, chirimías y altares a su santa patrona: la Virgen de la Pobreza. “Tadó fue el segundo lugar donde llegaron los españoles. Desde entonces este pueblo ha sido asignado a varios patronos: San Francisco de Tadó, San José de Tadó y a finales de 1800, la virgen María”, explica Hermes Hinestrosa, escritor tadoseño. Cuenta, además, que fue gracias al sacerdote chocoano Demetrio Salazar Castillo, quien eligió el 8 de septiembre como el día de veneración a la Virgen en este municipio chocoano. Sin embargo, en 1938 el cura Francisco Onetti se encargó de darle mayor visibilidad en todo el departamento. 

Wilson Murillo, docente e investigador tadoseño, explica que en esta celebración no se busca adorar a la pobreza. “Se tomó como santa patrona, como protectora de la situación social y económica de la gente. Es más como protectora de la gente en estado de vulnerabilidad. Y ha venido aumentando la devoción porque si bien ha habido otras deidades (San Antonio, San José, San Francisco), la Virgen de la Pobreza es como la patrona de la cabecera municipal”, dice Murillo.

Cada uno de los barrios de Tadó construye sus altares propios a la Virgen de La Pobreza. Por cada uno de ellos pasa la procesión el 8 de septiembre. Foto: María Fernanda Padilla Quevedo

Sobre la virgen también existe otra historia en el municipio. Se cuenta que había una lavandera que por su pobreza, la llamaban ‘Pobreza’. “Se le apareció cuando estaba lavando. Ella se sorprendió, dio la información y la gente verificó que era la virgen. Se nombró Virgen de la Pobreza porque se le apareció a esa señora”, explica Murillo. 

“Antiguamente las fiestas eran ocho días y el último día (8 de septiembre) lo celebraba la iglesia. Había danzas y se creaban nuevas canciones o poemas para ser recitados en cada comparsa de los barrios”, recuerda Hinestrosa. Por su parte, Murillo resalta que en los barrios se hacen altares con cantos y mensajes a la Virgen, reconociendo su papel de protectora.

Tumaco: San Andrés de Tumaco y el Carnaval del Fuego

Este municipio nariñense lleva el nombre de su santo patrono: San Andrés de Tumaco. “Se escogió como patrón porque este era un pueblo de pescadores o lo es. Es la principal actividad. Como está a orillas del mar, monseñor Bernardo Merizalde, el primer perfecto de este territorio, en acuerdo con la comunidad escogen a San Andrés porque era un pescador, uno de los apóstoles de Jesucristo”, explica el padre Arnulfo Mina Garcés. En su honor se celebra desde el 30 de noviembre al 2 de diciembre, cada año. 

Anteriormente, cuenta el padre Mina, se hacía un novenario y se dividían las tareas en los barrios que tenía el caserío. Se hacía una procesión, se rezaba el rosario y en la noche había unos arrullos. “Ahora la celebración es un triduo pascual y la novena se hace en algunas épocas dependiendo de las circunstancia”, agrega. Se hacen además algunos desfiles y el día de San Andrés, se sale en procesión con el santo patrono, se traen orquestas y se quema el castillo pirotécnico. 

Para algunos pobladores, las fiestas patronales han quedado relegadas por el Carnaval del Fuego, que en los últimos años ha captado la atención de la población y de la Alcaldía.  Beto Murillo de Play Tumaco, una iniciativa que difunde noticias y la historia del municipio, explica el origen de este carnaval: “Tumaco era un asentamiento de construcciones de madera y techos de paja, mayoritariamente. No había luz eléctrica y tocaba alumbrar con lámparas de queroseno o velas, entonces era muy común que una lámpara se regara y se prendiera la casa. Cuando se quemaba una, se quemaban todas y se pasaba toda la noche apagando incendios”.

De allí surgió la idea de hacer un reinado para recaudar fondos y conseguir un carro para el recién creado cuerpo de bomberos a inicios de los 80. “La mujer que más plata recogiera, era nombrada la reina del carnaval”, explica Murillo. Durante el Carnaval, que se ha mantenido durante el paso de los años y se hace cuarenta días antes de la Semana Santa, se celebra: el día de los talcos, el día del agua, se hace un desfile náutico por el puerto y se realiza la “Noche Afro”, con bailes e instrumentos tradicionales de la costa nariñense. 

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