“La habilidad de curar está en saber identificar las plantas medicinales”, dice con confianza Jesús Mamerto Mosquera, curandero de la vereda de Yerrecuy. “Conocer las plantas y saber preparar el baño y las diferentes tomas para curar las enfermedades es herencia de nuestros ancestros”, agrega. Jesús tiene su fama extendida, lo buscan personas de muchas partes del Chocó, y hasta de Risaralda, que llegan a su casa para curarse con las preparaciones que solamente él sabe hacer.
Mezcla matarratón, pavonilla, sauco macho y hembra, hoja de tambor, malva, venturosa, cahirita o encumbrado y yarumo morado. Las machaca con piedra y un rayo de madera y con eso baña al enfermo. También le hace sobijos (masajes) con huevo criollo y prepara guarapos para dar de beber. Con esto cura el tifo y la malaria, dos enfermedades frecuentes en la región.
Como Jesús, los curanderos que quedan en Tadó hacen toda clase de sobijos, baños y jarabes, en aras de tratar a sus pacientes. Aunque cada uno tiene su técnica, el matarratón y el sauco están en todas las preparaciones, como si estas plantas fueran benditas para esta zona donde las enfermedades tropicales, producto de la proliferación de zancudos y la falta de agua bien tratada, afectan a las comunidades rurales y urbanas.

En los pueblos afrodescendientes los curanderos se dedican a salvar vidas con plantas medicinales. En el municipio de Tadó aún prevalece esta tradición transmitida de generación en generación, sin embargo, hoy son pocas las personas que se dedican a este arte.
Lo que más curan son el paludismo y el tifo
El paludismo, también conocido como malaria, es una enfermedad causada por los parásitos del género plasmodium y se transmite a los humanos a través de la picadura de los zancudos, sobre todo en ambientes húmedos. El paciente tiene síntomas como fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, dolor muscular y articular.
Según Yocira Lozano, gerente del Hospital San José de Tadó, durante 2024 hubo 1.023 casos de esta enfermedad en el municipio. “La población más afectada por malaria es la de la zona rural, específicamente las comunidades indígenas, especialmente en el sexo masculino en edades de 29 a 59 años”, comenta.
Según Yocira Lozano, gerente del Hospital San José de Tadó, durante 2024 hubo 1.023 casos de esta enfermedad en el municipio.
Jafet Segundo Agualimpia Caicedo es otro de los curanderos del municipio. Aprendió este arte de su abuelo Ángel Agualimpia Mosquera, un yerbatero reconocido históricamente dentro de la comunidad de la vereda Charco Negro: “Soy uno de los pocos curanderos que hay en el municipio. No solo curamos tifo y paludismo, sino también otras enfermedades que no las curan en los hospitales, como el mal de ojo, el mal de nacimiento y las lombrices”, cuenta.
Agualimpia curó a más de 30 personas en el último año, entre niños, jóvenes y adultos. Para el tratamiento del paludismo prepara los jarabes con contragavilana, una planta cuya hoja parecen tres dedos largos y el sabor es amargo. Cocina cinco hojas y da una toma cada siete horas en una copa aguardientera. Para los baños prepara matarratón, sauco, malva y otras plantas. Por cada trabajo cobra 50.000 pesos.

A diferencia del paludismo, el tifo es una enfermedad infecciosa causada por bacterias del género Rickettsia o Salmonella. Según los mayores esta enfermedad entra por la boca, al consumir agua contaminada por excrementos. Los síntomas son fiebre, dolor de cabeza persistente, diarrea o estreñimiento, náuseas, vómitos, entre otros. “Enfermedades como el tifo son muy comunes en este territorio debido a que no se consume agua tratada”, explica Jose Luis Valencia Torres, médico rural. En los últimos siete meses han llegado al hospital más de 50 personas con este diagnóstico.
Para la cura del tifo Jafet Segundo prepara guarapos con diferentes plantas “se usan para producir diarrea y que expulse la bacteria”, cuenta el sabedor. Para la preparación utiliza papaya biche mezclada con sal de frutas, cremo, boldo, entre otras cosas. Desde que las personas se aplican la primera toma y el baño preparado sienten alivio: desaparece la fiebre y el dolor de cabeza.
Cada curandero tiene su técnica especial para curar estas enfermedades. Floriana Cossío, yerbatera del corregimiento de Carmelo y nativa del municipio de Certegui, agrega a sus preparaciones otros ingredientes como el magnesio, y las instrucciones del tratamiento son muy específicas: “se le dan los baños con siempreviva morada, pavonilla, sauco, matarratón, botoncillo, y sombrerito del diablo. Esto se cocina, se deja enfriar, se echa un baño diario, y se toma un trago antes que le caiga el baño al cuerpo”. Durante el tratamiento, específica Cossio, no se puede tomar ron.

La curandera cobra 100.000 pesos para curar el tifo “no es más que el cobro del tiempo que me gasto en buscar las hierbas. El paludismo se cura de manera sencilla, por eso no lo cobro”, agrega. Todos coinciden en que no realizan esta actividad para obtener dinero, sino como un bien social.
“Me estaba volviendo loca y me curó”
Muchas personas viven agradecidas con los curanderos pues fueron los únicos que lograron sanar la enfermedad que los aquejaba. En Tadó los puestos de salud rurales de por lo menos cinco corregimientos están en completo abandono, destruidos y sin la dotación necesaria. Quienes viven en estas zonas, unas 6.250 personas aproximadamente, deben desplazarse hasta el Hospital en el casco urbano, y cuando llegan no encuentran turnos ni se les garantiza la atención.
Fulton Mosquera, habitante de la comunidad de Angostura, asegura que: “hace 5 años estuve muy mal y el señor Jesús Mamerto me curó. A los tres días de realizar los preparativos que el señor manda ya se siente uno aliviado”.
“Mucha gente solo visita los médicos tradicionales cuando los médicos de los hospitales no encuentran solución, pero en el campo todavía conservamos esas técnicas de plantas. El curandero Mamerto tiene su fama extendida, es muy buscado por personas de muchas partes”, agrega Mosquera.
Yarlin Perea Pino también fue curada por Jesus Mamerto y asegura que su fama es bien ganada: “yo sufrí de un paludismo que me estaba enloqueciendo. Mamerto me preparó unos baños y unas tomas y a los tres días ya estaba mejor. No necesita que nadie lo recomiende porque las personas a las que les hizo trabajo se encargan de mandarle gente”

Ruby Valois habitante del casco urbano del municipio de Tadó cuenta que Jafet Segundo no sólo trata el paludismo y el tifo, sino que también cura el mal de ojo, la culebrilla, el mal de nacimiento, entre otras enfermedades que los médicos de los hospitales no logran curar. Además, elabora escapularios para prevenir el mal de ojo. “En 25 años que llevo con él no hay una persona que rechace los trabajos de Segundo. Al contrario: la misma gente lo recomienda”, asegura Valois.
Flormina Agualimpia también ha llevado a los niños de su familia, incluso a los que viven en Medellín, a que Segundo los cure: “había un niño que tenía epilepsia, tenía tratamiento en el hospital, pero una vez Segundo lo curó para las lombrices y nunca le volvió a molestar”. Agualimpia dice también que sería ideal que esta tradición se pudiera continuar: “el tifo y el paludismo hay que tratarlo con medicamentos, pero qué bueno sería que los jóvenes de nuestro municipio aprendan estas prácticas para que en algún momento que no haya medicamentos, puedan salvar vidas con las plantas curativas, y no se pierda la tradición”, puntualiza.