La docente Blanca Fuentes de Aragón es una mujer que ha dejado una huella imborrable en el ámbito de la educación, la escritura y la política en el municipio de Fonseca en La Guajira. Durante cerca de cinco décadas construyó una carrera importante; dedicó su vida a transformar la enseñanza y dejarle a las nuevas generaciones y a la sociedad aprendizajes a través de sus libros y su labor en el servicio público. Su infancia, su adolescencia, su vida laboral y su hogar tuvieron como epicentro el municipio de Fonseca en donde siempre ha vivido, y espera que así siga siendo. En esta entrevista hablamos con ella sobre la educación del pasado siglo y del presente, los desafíos que enfrentó en su profesión como educadora, su pasión por la escritura, su paso por la política y cómo todo esto influyó en su vida, su familia y la sociedad fonsequera.
Consonante se sentó en el sofá de su sala para conversar con ella y esto nos dijo.
Consonante: ¿Cómo se educó Blanca Fuentes?
Blanca Fuentes: Bueno, mi primaria la cursé en la Inmaculada de Fonseca, que ya cumplió 75 años, la secundaria en la Normal Superior de Señoritas de Santa Marta, en donde recibí el título de maestra superior, después hice una licenciatura con el programa abierto y a distancia que la empresa carbonífera Carbocol trajo a La Guajira en convenio con la Universidad Javeriana, después hice otra especialización con la Universidad Católica de Manizales sobre educación personalizada y, últimamente, hice una especialización con la Universidad Javeriana sobre Planeación Institucional Para el Desarrollo Educativo Regional.
C: ¿Cuáles fueron las dificultades que tuvo que enfrentar en las primeras etapas de formación?
B.F: Cuando yo quería estudiar pedagogía, mi papá quería que yo estudiara comercio exterior como mi hermana mayor, pero yo le dije que no, que yo quería ser pedagoga. Y contra viento y marea me fui, junto con Rafael Manjarrez a la normal de Santa Marta, me presenté y pasé. Es ahí cuando se me presenta una laringitis crónica y la directora de la Normal me dice que yo no podía seguir estudiando, porque lo principal para la pedagogía era la voz, que así como un albañil necesita de sus instrumentos para desarrollar su trabajo, yo necesitaba la voz para educar. Pero como a mí me fascinaba esto desde niña, le recé a María Auxiliadora y Cristo Rey y como un total milagro recuperé la voz, jamás renuncié, quise ser maestra y Dios me lo concedió.
C: ¿Cuándo descubrió que tenía vocación para ser maestra?
B.F: Desde niña mi juego favorito era el de la escuelita, yo cogía a mis hermanitos menores y a los amiguitos que frecuentaban la casa y les daba clases de matemáticas, de español, les enseñaba las capitales y eso. Yo admiraba a mis profesoras de la Inmaculada, monjas de la Madre Laura.
C: ¿Cuándo se empieza a interesar por la literatura y la escritura?
B.F: Cuando mi mamá viajaba nos traía paquitos (cuadernillos ilustrados) ella los escogía, recuerdo La Odisea, Robin Hood, Morgan el pirata, La Cenicienta, esos paquitos, y desde ahí comencé a escribir. Cuando llegué a la Normal, por el problema de la voz, yo hacía los periódicos murales y como tenía una excelente caligrafía que aprendí de mi profesora de quinto de primaria, yo era quien escribía en el periódico, redactaba las noticias, ilustraba las notas. Así aprendí a redactar y hacer periodismo.
C: ¿Cómo fue su infancia?
B.F: Fui muy feliz, hasta que murió mi mamá, ese fue un gran golpe cuando yo tenía 18 años y cursaba quinto semestre de pedagogía. Me tocó coger las riendas de la casa, por esa razón no pude aprovechar una beca que me dieron para Tunja, para estudiar licenciatura en matemáticas, mi papá quería que me hiciera cargo del hogar con cuatro hermanos menores a quienes debía acompañar y asesorar en los estudios.
C: ¿Cuánto duró en ese rol?
B.F: Hasta que mis hermanos mayores terminaron sus estudios superiores, de ese esfuerzo salieron dos médicos, un abogado excelente (Q.E.P.D) y un científico. Ellos fueron muy agradecidos conmigo, mis hijos estudiaron gracias al apoyo que ellos les brindaron, puesto que yo perdí a mi esposo Juan Jacobo Aragón García (Q.E.P.D) docente también, quien al momento de su muerte era el rector del Colegio Nacional de Varones “el mixto”, colegio que en su honor lleva su nombre. Falleció a temprana edad y ellos fueron quienes me apoyaron en ese momento difícil.
C: ¿Qué edad tenía cuando inició a trabajar como docente?
B.F: Yo comencé a trabajar prácticamente a los 19 años, pero no hice un pare, no pude seguir la licenciatura, pero desde que regresé a Fonseca el sacerdote fundador de la Institución Educativa Roig y Villalva me buscó para que fuera la rectora y le dije que yo aceptaba ser la profesora de matemáticas, pero no rectora, porque no tenía ninguna experiencia. Ese fue mi primer trabajo, pero pasó algo, todos los años renunciaba la rectora y en el tercer año de estar sucediendo eso, en 1967, el padre se me presenta con el nombramiento como rectora, prácticamente a la fuerza, pero yo tenía ya mis amorcitos con Juan Jacobo y él me dijo “cógela que yo te asesoro”, en ese momento él era el rector del Instituto Agrícola de Fonseca.
C: ¿Cuál fue el principal reto que enfrentó en ese momento en materia de educación?
B.F: Precisamente darme una rectoría de un colegio que no tenía nada, no tenía local, no tenía aprobación, material didáctico, ni laboratorio, nada, nada, nada. Por eso era que las profesoras renunciaban a la rectoría. En cuatro años hubo cinco rectoras, yo fui la quinta.
C: ¿Cuántos años estuvo frente a esa rectoría?
B.F: Fueron 18 años frente al colegio femenino de bachillerato que ha tenido Fonseca, eran solo niñas.
C: ¿Qué opina de ese modelo educativo con el que usted ayudó a formar estudiantes?
B.F: La educación que nosotros impartimos en esa década del 70 y 80 fue muy buena, sobre todo porque estaba fortalecida con principios y valores y los maestros eran verdaderos maestros. En la Normal nos preparan durante todo el trayecto para que sea un verdadero maestro para enseñar y querer a los niños, uno ve psicología del niño, del adolescente, metodología, didáctica, todo lo que se necesita para tratar a esos niños y jóvenes en edades críticas, porque tan importante es la educación preescolar como la primaria, son los cimientos para la ciencia, y la secundaria en donde se tienen que preparar para la universidad. Pero los principios y valores hoy día se han olvidado.
C: ¿Cómo llega a ser secretaria de Educación Departamental?
B.F: Precisamente en 1994, cuando aprueban la ley general de educación Ley 115, me identifiqué muchísimo con el llamado documento de los sabios en donde se hace una importante sugerencia al presidente César Gaviria, quien fue el último presidente del siglo pasado, yo participé junto a otros maestros de esas mesas de trabajo. Yo quería formular proyectos para aprovechar los alcances de la nueva ley. A mi casa llegaron a proponerme aspirar a la alcaldía de Fonseca, pero yo dije que no quería ser alcaldesa, que quería era jalonar recursos para mejorar la educación, y es cuando decido lanzarme a la Asamblea Departamental y perdí por 25 votos, porque yo no sabía que después de las votaciones las urnas había que cuidarlas y los más vivos me robaron los votos. Pero el gobernador de turno Jorge Pérez Bernier conociendo mis conocimientos y compromiso con la educación me nombró en la Secretaría de Educación departamental.
C: ¿Qué hizo desde la Secretaría de Educación?
B.F: Muchísimas cosas. Lo primero, el Plan Sectorial de Educación, La Guajira no había presentado ese plan y por eso le habían quitado los recursos de universalización, fui quien abrió el sexto grado para implementar la educación básica en los colegios que solo tenían hasta quinto de primaria, en el corregimiento de Papayal, Puerto Estrella, en Chorrera, Buenavista y otros. Y los colegios que tenían el bachillerato completo se especializaron para la media vocacional, para 10 y 11 con una orientación laboral.
C: ¿Cuál cree que es el mayor problema de la educación en Fonseca en este momento?
B.F: Las plantas físicas de las escuelas y colegios, mis hijas profesoras me dicen que ellas tienen que tomar de su sueldo para comprar y llevar ciertos productos y elementos para suplir muchas necesidades, como un abanico, pintura, material didáctico y así. Los implementos que entregan o compran se los roban por la ausencia de un vigilante, porque supuestamente no hay plata para contratarlo.
C: ¿La motivó algún escritor en particular para tomar la decisión de ser escritora?
B.F: Sí, Og Mandino, uno de los mejores escritores del mundo, con libros como El Milagro más Grande del Mundo, El Secreto más Grande del Mundo, El Vendedor mas Grande del Mundo, yo tenía la colección completa porque eran libros edificantes y te ayudan a edificar tu trascendencia y no puedo dejar de mencionar a García Márquez, me gustaron mucho.
C: ¿Si alguien le pidiera recomendarle un libro que título le daría?
B.F: Sin titubear: El Milagro más Grande del Mundo una belleza y ¿cuál es el milagro más grande del mundo?, el cuerpo humano.
C: Usted tiene un libro titulado Mi Último Estudiante en Tiempos de Coronavirus que involucra a un ser muy importante para su familia, ¿cómo fue esa experiencia?
B.F: Sí, mi nieto de nueve años, quien desarrolló una enfermedad mucho antes del Coronavirus. Cuando tenía que recibir su título de preescolar se le diagnosticó leucemia. Él adoraba su escuela y tenía siempre la esperanza de regresar, pero temía que al regresar no iba a estar a la par con sus compañeros, que se iba a atrasar, entonces lo motivé y le dije: no hijo, yo, tu mama y tus tías te mantenemos al día; y así fue, le dábamos clases de todas las áreas. Cuando le realizan el trasplante y él se reintegra estaba a la par de sus compañeros, manejaba muy bien la tecnología como muchos muchachos de hoy y eso también lo ayudó y recibió su diploma de quinto de primaria.
C: ¿Considera que la pandemia le causó daños a la educación?
B.F: Esa fue una consecuencia de no acatar las sugerencia de los sabios, porque ellos lo que decían era que el nuevo siglo venía con la cuarta revolución industrial, con el predominio de la era digital y había que darle al estudiante las herramientas necesarias para manejar a la perfección los tres lenguajes: el dominio de la lengua materna (español), el dominio de la lengua internacional (inglés) y el dominio para el lenguaje de la programación (tecnología). En 1999 nos previnieron de lo que venía, quienes lo pusieron en práctica les fue bien, quienes no hoy viven las consecuencias.
C: ¿Cuántos libros ha escrito?
B.F: Once y estoy escribiendo el número doce
C: ¿Cuál cataloga como el más exitoso?
B.F: Id y enseñad el mandato de cristo, y ese mandato fue el que me tocó a mí cuando recibí el título de maestra con una poesía hermosísima que me tocó declamar, y ese libro lo inicio con esa poesía por ser una lección de vida y compromiso como maestra.
C: ¿Qué rescataría del modelo de educación de tiza y tablero y qué tomaría de este nuevo modelo basado en la tecnología?
B.F: De la educación tradicional los principios y los valores, era una educación humanizada, se trataba de formar al ser, no al poder, al tener, y de esta la autonomía que tienen las instituciones que no se ha valorado como debe ser. Por ejemplo: viene el ICFES o pruebas de estado y evalúa a los bachilleres con unas pruebas por igual, el error más grande del Ministerio de Educación, sin intención de ofender, pero no se puede comparar a un alumno de Chorrera, Distracción, Fonseca, Buenavista, Puerto Estrella, Nazaret, con los de Bogotá, Cali, Medellín; entonces se escandalizan con los altos puntajes de estos últimos y los bajos puntajes en La Guajira, Chocó, Guainía, Amazonas, no es que no saben, quizás hasta sean mejores personas que los que viven en las capitales, pero no tienen las herramientas.