Luis Serrato se comunicó hace unos meses con la línea de la promotoría campesina de la Corporación de trabajadores agropecuarios y ambientales de los llanos del Yarí - Corpoayarí. Asustado, reportó el ataque de un felino a cuatro de sus animales vacunos, de los cuales tres fallecieron y uno estaba gravemente herido.
Raúl Ávila, el representante de Corpoayarí y el líder de la promotoría, fue el primero en responder a la denuncia. En ese momento se desplazó con otros campesinos hasta la finca de Serrato para verificar los hechos.
Al llegar, Ávila le pidió a Serrato diligenciar un formato con la información detallada sobre el ataque: hora, lugar y grado de daño. Después, realizó la respectiva toma fotográfica del tamaño de los rasguños en los animales heridos y del rastro o las huellas tras su paso, entre otros aspectos.
En ese momento, el promotor ofreció al fincario asistencia técnica agropecuaria y consejos sobre prevención de riesgos para la suya y otras familias alrededor. Además de capacitar en el monitoreo sobre presencia de felinos, la promotoría campesina en El Yarí se encarga de proteger, con las ocho letras, la biodiversidad en la que habitan.
“Creamos un mecanismo para adquirir conocimientos y compartir saberes de campesino a campesino con el fin de dejar personal capacitado en el territorio en diferentes áreas: ambientales, sociales y productivas”, dice Ávila a Consonante.
Ese mecanismo es también un modelo de gobernanza comunitaria que comprende muchas actividades como el fomento del viverismo; el cuidado de abejas; la convivencia de especies salvajes y silvestres; el aprovechamiento de frutos no maderables; la planeación y diseño de patios agroalimentarios y de ganadería sostenible; el manejo de acueductos agro familiares; la conservación; restauración y aprovechamiento de abonos orgánicos, entre otras.
Con más de cinco años de fortalecimiento, campesinas y campesinos quieren que se reconozca en Colombia esta iniciativa como un ejemplo de liderazgo popular capaz de satisfacer las necesidades sociales y de proteger los entornos desatendidos o golpeados por otras iniciativas que, por demás, desconocen en esas actividades la protección a la principal fuente de vida dentro y fuera del territorio.
Desde cuándo
Esta iniciativa surgió en 2019 en San Vicente del Caguán con el proyecto Amazonía Sostenible para la Paz, financiado por el Fondo Mundial para el Medioambiente (GEF) y ejecutado por el programa de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD).
Si bien contó con el liderazgo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, desde el 2019 hasta el 2023, en el presente la promotoría está respaldada únicamente por las organizaciones sociales y comunidades del Yarí. Sin embargo y según el campesinado, a esa autonomía no le caería mal el apoyo oficial de entidades públicas o descentralizadas para su fortalecimiento.
Así lo asegura Ávila, quien dice que “con la promotoría campesina surge la oportunidad de que los saberes que hay en la población campesina no se pierdan y, a su vez, promover el empoderamiento y unificar ideas entre las familias”.
La promotoría campesina del Yarí está integrada por jóvenes, niños, niñas, mujeres y hombres del territorio; “pero (promotores) somos todos, porque hay campesinos y campesinas que nos enseñan muchas cosas cuando vamos a sus fincas”, explica Yudis Cerquera, líder de la promotoría campesina de la Asociación empresarial de campesinos del Yarí Asecady. “Cada uno de los promotores y las promotoras se capacitan y, dependiendo de su fuerte, lo comparten con los demás”, agrega.
Las escuelas son fundamentales ya que, en palabras del secretario de Asecady, Edwin Mauricio Vargas, se busca que no solo se implemente este mecanismo en casa, sino también institucionalmente. “Los y las profesoras pueden replicar los conocimientos adquiridos y generar conciencia en estudiantes”, agrega Vargas. “Tan solo en noviembre del 2019 se logró realizar el acuerdo intergeneracional del jaguar, por ejemplo, que consiste en que los campesinos, niños, niñas, jóvenes y docentes se comprometan a cuidar esta especie y su hábitat”.
Otro de los grandes resultados alrededor de la concientización y el cuidado de especies felinas resultó en la creación del Festival del Jaguar en las Sabanas del Yarí, evento que lleva tres ediciones y es reconocido como un ejercicio comunitario de conservación para seres en extinción. “En cada nueva edición se suman más comunidades”, agrega Vargas.
Uno de los principales retos en la ejecución de la promotoría campesina, según la líder Cerquera, es la distancia que se debe recorrer en las sabanas o llanos del Yarí, que estriba con la Serranía de la Macarena, ya que “el área es muy amplia y faltan recursos para poder apoyar más a los fincarios y cubrir las necesidades de algunas familias en estos casos”, dice. Pero esto es también una fortaleza, pues ha determinado, según Cerquera, la promoción de gestiones que van desde la instalación de un acueducto comunitario hasta la formación en avistamiento de aves, que años atrás tenían menos reconocimiento.
La distancia entre veredas cercada por la selva del piedemonte, por ejemplo, les llevó a crear el “fondo jaguar”, que ha funcionado para dar respuesta a los fincarios afectados por la presencia del felino; esto incluye algunas actividades de mejoramiento genético para sus animales, realizando inseminación artificial para garantizar la preñez y poder tener una reposición animal en el menor tiempo y la menor afectación y pérdida de los campesinos afectados.
Qué sigue
Dentro del proyecto Amazonía Sostenible para la Paz, la promotoría campesina y los fincarios llegaron a un acuerdo que tuvo en cuenta las necesidades del beneficiario-afectado, es decir; cuando un campesino es visitado por felinos, el proyecto se convirtió en un proveedor de elementos para una reposición de las afectación. Y los fincarios, por su parte, se comprometieron a aportar lo que el proyecto no pudiera. Pero la mano de obra va por cuenta de ambas partes.
Las mujeres fueron líderes desde el principio con la recolección y protección del banco de semillas, otra de las actividades que promueve la promotoría. La propagación en sus viveros así como la siembra de huertas caseras son algunas de las acciones para preservar especies nativas en el territorio.
“La importancia de conservar semillas es porque no compramos las que son transgénicas, porque no nos permiten la conservación y propagación de las que son nativas, las de nuestra región, para no perder estas especies”, dice Arelis Giraldo, beneficiaria del proyecto.
Giraldo ha cultivado en su finca más de treinta especies alimenticias como cebolla larga, cebolla india, espinaca de bejuco, espinaca crespa, yuca, plátano, cocona, chonque, batata y otra variedad de especies. Pero no es la única, la Asociación Ambiental de Mujeres Trabajadoras por el Desarrollo del Yarí - Aampy, representada por Raquel Espinoza, han propagado más de cien especies nativas en el vivero Alto Morrocoy, entre ellas maderables, intermedias y tardías; también indio viejo o cañofisto, cañandonga, chipo, canangucha, cedro achapo, milpe y ahumado, entre otras.
Una de las peticiones de Espinoza para que este modelo de siembra liderado por mujeres florezca tiene que ver con soberanía y autonomía. Según Yudis Cerquera, líder de la promotoría, este mecanismo es también una oportunidad para generar vínculos entre las comunidades. Lo mismo celebra Cheverito, el secretario de Asecady, quien reconoce que esta iniciativa campesina por primera vez ha fortalecido el orden en el territorio y la gobernanza comunitaria.