Fotografía: Yeison Betancourt
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Inírida sigue bajo el agua y la emergencia podría empeorar

Una temporada invernal atípicamente prolongada tiene en emergencia a la capital del Guainía, donde desde mediados de mayo no ha dejado de llover. El desbordamiento del río Inírida ha inundado calles, viviendas y comercios, afectando a cientos de familias en distintos barrios del municipio.
¿Cómo se hizo este trabajo?
Como habitante de Inírida comencé a ver las afectaciones por las lluvias persistentes y el desbordamiento del río. Hablé con las personas afectadas de la zona rural y urbana, y con los responsables de atender esta emergencia.

En Guainía llueve sin tregua desde mediados de mayo. La temporada invernal ha sido persistente, y poco a poco los ríos que surcan este territorio —conocido por muchos como la tierra de muchas aguas— han ido ganando terreno. A pesar de que el Ideam había pronosticado una disminución de las lluvias para la segunda semana de junio, el agua sigue cayendo con fuerza y ya está provocando emergencias en Inírida, la capital del departamento.

El río Inírida se desbordó y hoy los habitantes enfrentan una emergencia silenciosa: el agua ya sobrepasó el malecón, obligó al cierre de la vía principal, inundó negocios y amenaza viviendas enteras de diferentes barrios que están cerca de la ribera.

Lo que antes era un lugar de paso obligado para comerciantes, peatones y turistas, hoy es la extensión del río profundo y oscuro, que lleva a los habitantes a pensar inevitablemente en la inundación del 2018, una de las peores de los últimos años, que dejó bajo el agua al 50 por ciento de Guainía.

Afectaciones por las inundaciones en la comunidad indígena de Coco Viejo. Fotografía: Zulma Torcuato.

La comparación no es descabellada. Según Hosny Calderón, coordinador de Gestión del Riesgo de la Alcaldía de Inírida, el río está a un metro con cuarenta y siete centímetros de llegar al mismo nivel del 2018. Con un crecimiento de dos centímetros por día, si continúa lloviendo de manera intensa, señala Calderón, esta es una posibilidad. El Ideam, por su parte, ha advertido que las lluvias se extenderán hasta finales del mes de julio, un panorama que preocupa a las autoridades y a la población ribereña.

La emergencia ya se siente

La escena es la misma en todos los barrios del municipio que están cerca del río, incluyendo el centro: negocios cerrados, vías anegadas, viviendas con agua en los patios, botes que navegan sobre lo que hasta hace unos días eran calles.

“Nos tocó cerrar todo”, dice una comerciante que tiene un almacén cerca del malecón del río Inírida, el cual lleva tres días sin abrir porque está completamente inundado. “Aquí no entra ni la gente ni la plata. Esto se volvió un charco”, agrega. En la misma situación se encuentran todos los comercios de la zona; las aguas entraron a sus negocios, dañaron la mercancía y en este momento no pueden abrir hasta que el río baje su nivel.

Según informó el medio local El Morichal, barrios como Las Américas, Villa Gladys, Barrio Obrero, El Prado, Porvenir, Villa del Río y el centro ya registran afectaciones. En algunos sectores, las aguas han ingresado a las casas por patios y entradas principales, obligando a las familias a improvisar con estibas y tablas para evitar mayores pérdidas. Varios habitantes han tenido que evacuar en canoas o improvisar puentes de madera sobre los patios inundados.

Al municipio también comienzan a llegar campesinos e indígenas de las cuencas de los ríos Guaviare, Atabapo e Inírida. Sus comunidades se han inundado y muchos se trasladan hasta la capital para buscar un lugar seguro para sus animales y pertenencias. Es el caso de Gustavo Aguirre, un campesino del río Guaviare que vio cómo el agua se llevó todos sus cultivos. “Perdí todo otra vez. No me dio tiempo ni de sacar bien las cosas, el agua subió más de lo normal. Esto no pasaba desde aquella inundación del 2018”, afirma.

Sus cultivos de yuca, plátano y ají, que alimentaban a su familia y generaban ingresos, hoy están completamente perdidos. “Uno queda solo con la pérdida”, agrega.

¿Qué dicen las autoridades?

Las comunidades indígenas perdieron sus cultivos. Fotografía: Hermes López

Las lluvias se hicieron más intensas desde el mes de junio, no solo sobre el río Inírida sino también sobre las cuencas del Orinoco, en donde desemboca. El represamiento de aguas en esa zona por la persistencia del invierno impide que el río siga su curso y baje su nivel, una situación que ya se está saliendo de control.

Actualmente, según el Ideam, el río Inírida se encuentra en alerta roja. El 7 de julio, la Alcaldía del municipio, a través del decreto 092, declaró la calamidad pública por las inundaciones, lo que le permite movilizar recursos y dar atención inmediata a las personas damnificadas. La medida fue adoptada, entre otras razones, por el aumento diario del nivel del río y el riesgo inminente de que se desborden quebradas internas como la Mataven, el Caño Vitina y el Caño Pato, que cruzan la capital departamental, como explicó Calderón a El Morichal.

Hasta el momento, según la Alcaldía, se han identificado 500 núcleos familiares damnificados en zona urbana y 1.000 hectáreas inundadas en el municipio. Sin embargo, todavía no hay claridad sobre las afectaciones en las comunidades de los ríos. “La zona rural estamos en caracterización de comunidades indígenas, sobre todo medio y bajo Guaviare donde se encuentran agricultores y ganaderos”, explica Calderón.

Además del daño a viviendas y cultivos, la emergencia ha afectado a la economía familiar. Muchos hogares han tenido que levantar electrodomésticos y muebles, mientras otros simplemente los han perdido. Según cifras oficiales, se ha brindado apoyo para rescatar 1.621 cabezas de ganado y se han entregado kits de alimentos y aseo a 449 personas.

La atención se está haciendo de manera escalonada: cada día se acude a un barrio distinto o a una comunidad afectada, dependiendo de la evolución del nivel del agua y las alertas emitidas por los comités locales de emergencia.

Lo que sigue

La Alcaldía de Inírida y la Unidad de Gestión del Riesgo han restringido el paso por el malecón y aseguran estar monitoreando la situación. Sin embargo, la comunidad insiste en que las ayudas han sido tardías e insuficientes, y exigen planes a largo plazo para mitigar futuras inundaciones.

Como afirma Hosny Calderón, las lluvias continuarán por unas semanas más, por lo que existe la posibilidad de que la situación se agrave y el número de personas damnificadas incremente.

De igual manera, todavía se está a la espera de comprender el impacto real de esta emergencia en las comunidades indígenas que están alejadas del municipio, ya que varias han reportado la pérdida total de sus cultivos y también están esperando que llegue la atención de las entidades encargadas.

Aunque esta emergencia avanza con menos visibilidad mediática, lo que está ocurriendo en Inírida revive el temor de sus habitantes a repetir el desastre de hace siete años. En 2018, según reportes de medios, la emergencia afectó a cerca del 50 por ciento de la población y dejó múltiples barrios sumergidos durante semanas, incluyendo zonas que hoy vuelven a estar bajo el agua.

“Esta vez no queremos esperar a que todo colapse para que nos pongan atención”, dice un habitante del barrio El Jardín, que aún intenta sacar el agua de su casa con baldes. “Ya sabemos cómo se siente perderlo todo”.

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