Todos los días al puerto del resguardo indígena El Paujil en Puerto Inírida, llegan bocachicos, palometas, bocones, nicuros, pavones, mojarras y otra variedad de peces que crecen en los ríos Inírida, Guaviare, Orinoco y sus afluentes. Los pescadores recorren sus aguas con sus mallas, arpones y redes de pesca. Una vez tienen suficientes pescados llegan hasta el resguardo para venderlos allí.
La plaza de mercado de El Paujil es el principal centro de comercio de productos del municipio de Puerto Inírida y de todo el departamento de Guainía. Allí, en casetas elaboradas de manera artesanal con madera y costales, se ofrecen productos de la región como casabe, manaca, ají, fariña y almidón, pero uno de los productos más buscados es el pescado, uno de los alimentos más consumidos en el territorio.
A pesar de su importancia y demanda, la comercialización del pescado en el resguardo se ha convertido en un escenario de disputa que involucra a pescadores y revendedores.
La venta y reventa
En el puerto los pescados se venden por sartas, es decir, varios atados a una misma cuerda. Una sarta puede componerse de cinco pescados grandes o siete medianos. Su valor va desde los 15 mil hasta los 22 mil pesos, dependiendo de la especie. Estos precios están regulados en la plaza de mercado y la guardia indígena se encarga de verificar su cumplimiento. Como lo señala José Pérez, capitán (autoridad) de la comunidad indígena Limonar, esta regulación fue producto de un acuerdo entre nueve comunidades, con el fin de unificar los precios que establecen los revendedores.

Los pescados que se comercializan en la plaza de El Paujil son comprados por revendedores a los pescadores que llegan hasta el puerto todos los días. Generalmente a cada sarta se le deben aumentar dos mil pesos frente al valor de compra, para que los intermediarios puedan tener alguna ganancia, sin embargo, para algunos revendedores este margen es muy poco.
Nicanor Medina es revendedor de pescado en la plaza de mercado desde hace más de 20 años, afirma que la ganancia es poca, “a veces nosotros perdemos plata, nos toca vender al mismo precio o hasta menos”, afirma. En la plaza la sarta de la mayoría de pescados cuesta 22 mil pesos, por eso cuando Medina le compra a los pescadores trata de negociar, pero casi siempre debe comprar la sarta a 20 mil pesos. Además, afirma que los revendedores tienen un gasto adicional que es la bolsa en la que empacan el producto a los compradores, lo que implica una disminución en el margen de ganancia.
Para Nicanor Medina, una solución para esta situación sería que se establezcan precios fijos a los pescadores, de la misma manera que están establecidos en la plaza de mercado, para que los revendedores puedan conocer los valores y evitar especulaciones a la hora de comprar.
Otra opción, como afirma el capitán José Pérez, es que los pescadores vendan directamente al consumidor, evitando intermediarios y para eso señala que se podría realizar una feria del pescador, en la que se genere un espacio para la venta directa. “Necesitamos apoyo para reunirnos todos los pescadores del Guainía y realizar una feria o un festival, en tiempo de veda. Necesitamos el apoyo de las entidades, la alcaldía y todos los funcionarios”, afirma.
Incremento del precio de la gasolina

En los últimos años los consumidores han evidenciado un incremento en los precios del pescado que, según afirman los pescadores, se debe (en parte) al incremento del valor de la gasolina, producto que necesitan para movilizarse en sus botes. Mientras en Bogotá un galón de gasolina cuesta alrededor de 16 mil pesos, en Puerto Inírida está cerca de los 19 mil pesos, y cuando se vende en comunidades alejadas de la capital del departamento, los precios incrementan.
La razón de este valor es sencilla: las distancias. El departamento de Guainía se encuentra ubicado en la Amazonía colombiana, en medio de la selva. Llegar hasta su capital sólo es posible por vía aérea, desde Bogotá y Villavicencio, o fluvial, principalmente a través del río Guaviare y después de varios días de recorrido. Todos los productos entran por estos dos medios, incluida la gasolina. Por esta razón al llegar al departamento su precio ha aumentado de manera significativa.
Esto impacta directamente a los habitantes del departamento, en este caso, a las personas consumidoras de pescado en Puerto Inírida. Así lo reconoce Alirio Córdoba, representante del gremio de pescadores de Guainía, quien afirma que el precio de este producto ha presentado variaciones en los últimos años, principalmente por los costos de la gasolina, “si sube el combustible sube todo. Ese es el problema”, agrega.
Arismar Rondón, habitante de Puerto Inírida, dice que su familia consume pescado todos los días, y aunque ha sentido el cambio en el precio considera que es justo por el valor actual de la gasolina, además del tiempo y los esfuerzos que deben hacer los pescadores, que en muchos casos deben pasar las noches en el río para pescar.
Conservación: la clave para garantizar la soberanía alimentaria
La compradora Arismar Rondón, percibe que hay escasez de pescado en Puerto Inírida, una situación que puede incidir en el incremento de precios. De hecho, una investigación de José Usma, Fernando Trujillo y Luis Naranjo realizada en 2022 sobre la diversidad biológica y cultural del departamento de Guainía, señala como una amenaza la pesca sin control, esto sumado a la contaminación de los ríos del departamento por las malas prácticas de la minería está generando escasez de peces.
“Si nosotros mismos no nos comprometemos con nuestro recurso para cuidarlo, con el apoyo de las entidades no estamos en nada”, afirma Alirio Córdoba. Para él es fundamental generar un compromiso para la conservación de los recursos naturales, que pueda hacer la pesca sostenible, de lo contrario señala que en máximo diez años la situación va a cambiar de manera radical.

Además, considera que es importante que los mismos pescadores elaboren una propuesta clara para las instituciones, con el fin de generar sostenibilidad y cuidado de los recursos porque “la única manera de disminuir la extracción es la agricultura”, dice.
Este es un tema relevante, especialmente para las comunidades indígenas que no solo comercializan el pescado, sino que también lo consumen. La facilidad para acceder a los ríos lleva a que estos sean lugares esenciales para garantizar la soberanía alimentaria. Según la investigación sobre diversidad biológica, en cuatro ríos de Guainía se han identificado 364 especies de peces, muchos de ellos con valor para el consumo humano.
En el departamento existen grupos de monitores locales de pesca de consumo que, según la Fundación Omacha, han identificado reducción en la talla de los peces, lo que dificulta su pesca para consumo y comercialización al no cumplir con los estándares mínimos. Esto, sumado a la disminución de las diferentes especies, implica retos a futuro para los pescadores que, como lo señala Córdoba, están en un momento crucial en el que las prácticas de conservación pueden determinar que las comunidades continúen encontrando una fuente de alimento y de ingresos en los ríos.