Fotografía: Yurlis Mosquera
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El fracaso de los proyectos afrocampesinos en el Chocó

En el departamento del Chocó muchos de los proyectos agrícolas que se han implementado desde la década del 80 han fracasado. A pesar la gran riqueza en sus suelos y de sus abundantes recursos hídricos la promesa de desarrollo y prosperidad que estos trajeron se ha convertido en una decepción.
¿Cómo se hizo este trabajo?
Este reportaje surgió a partir de lo encontrado en Agenda Ciudadana de Tadó, y las preocupaciones manifestadas por los agricultores sobre el fomento y sostenibilidad en el tiempo de los proyectos agropecuarios.

Desde los años 80 el gobierno nacional y agencias de cooperación internacional como la Unión Europea y USAID, han financiado diferentes proyectos agrícolas para beneficiar a las familias campesinas en el departamento del Chocó. La mayoría han fracasado, dejando pérdidas que afectan a los campesinos que han invertido su esfuerzo y tiempo. Son varios los factores que interfieren, como la falta de planificación, el escaso acompañamiento y el poco apoyo técnico durante su desarrollo, con esto no ha sido posible que tengan el impacto esperado y que logren la sostenibilidad de los beneficiarios.

A pesar del compromiso de las familias no ha sido posible que en el departamento los proyectos prosperen; durante décadas se ha tenido noticia de la implementación del mismo tipo de acciones en diferentes municipios, pero tan rápido como surgen, desaparecen. 

Un ejemplo de esto es el Proyecto Desarrollo Integral Agrícola Rural (DIAR), implementado en el Chocó desde la década del 80, entre el gobierno colombiano y el de los Países Bajos. Lo que se buscaba con el DIAR era promover acciones para mejorar la producción agrícola y pecuaria en distintos municipios del departamento, para mejorar las condiciones económicas de las familias beneficiarias. 

Aunque, como se puede evidenciar en una investigación de Eduardo Restrepo, académico del Instituto de Estudios Sociales y Culturales ‘Pensar’ de la Universidad Javeriana, se perciben impactos positivos del DIAR en los territorios, también se evidencian dificultades, que tienen relación directa con la visión de desarrollo que se trata de imponer en lugares como el Chocó con particularidades sociales y culturales, las cuales muchas veces no dialogan con las propuestas que se llevan a cabo.

Como consta en la investigación de Restrepo, en el caso del DIAR aparecieron posiciones encontradas que, por un lado, lo veían como un ideal pero, por otro lado, señalaban que se cometían despilfarros de dinero en acciones que se quedaban a mitad de camino.

Lamentablemente, este tipo de problemas no se presentan solo en el DIAR, sino que es un patrón que se repite en los proyectos que se ejecutan en el territorio. Oswaldo Klinger, funcionario del área de sanidad animal del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), afirma que el fracaso se da muchas veces desde la formulación, porque no se realiza de manera estratégica, no siempre lo hacen las personas idóneas y, en algunas ocasiones, se seleccionan beneficiarios que no tienen los conocimientos adecuados para su desarrollo.

En diálogos con campesinos del departamento, se identifican diversas dificultades que podrían explicar el porqué de su fracaso. Estas se pueden agrupar en tres temas principales: son proyectos que no dialogan con las tradiciones y cultura del territorio, hay dificultades económicas para su sostenibilidad y las personas no cuentan con acompañamiento adecuado para su implementación.

Desconexión con la cultura

Severiano Palacios es campesino del municipio El Cantón del San Pablo, ha sido agricultor por más de 40 años y beneficiario de algunos proyectos, entre ellos, uno que promueve la producción del achiote. Desde su experiencia como beneficiario puede afirmar que el fracaso de estas iniciativas agrícolas está marcado por la apatía y falta de liderazgo de los políticos del departamento, lo que impide que se lleven a cabo procesos que sean sostenibles. 

Además, señala que “uno de los primeros obstáculos es que nosotros no tenemos vocación agrícola, ya que la herencia de nuestros ancestros está más enmarcada en la minería, pues  la agricultura solamente la desarrollamos para la siembra de productos de pancoger, es decir, para la alimentación de la familia”. Por esta razón, afirma Palacios, es que normalmente los proyectos inician muy bien cuando se les entregan los recursos, pero cuando estos se acaban los campesinos no le dan continuidad porque no hace parte de su lógica de vida y no tienen motivación para sostenerlos en el tiempo. 

Según Kelvin Casas, funcionario del área de sanidad animal del ICA, el primer paso que se debe dar es crear un consenso con los campesinos, que son quienes definen la viabilidad, “de eso se trata el éxito [...] porque la concertación con los productores es lo primero”, señala.

Esto pasa también por comprender la realidad del territorio e identificar los aspectos que se deben solucionar, uno de ellos lo señala el señor Severiano y se trata del mal estado de la vías o la ausencia de ellas, “se necesita crear vías de acceso que permitan extraer los productos cultivados e industrializarlos para que los proyectos puedan ser sostenibles”, afirma.

Dificultades para la sostenibilidad

Una madre cabeza de familia del municipio de Tadó, integrante de la Asociación de Familias Guardabosque del Chocó, quien pidió no ser identificada, señala que otro punto clave dentro de las dificultades es la sostenibilidad, que tiene que ver con la falta de recursos para dar continuidad a los procesos una vez se supera la primera fase y se debe continuar por cuenta propia.

En su caso, fue beneficiaria de un proyecto de seguridad alimentaria del SENA, tuvo capacitaciones y le dieron dos cerdos para sacarles crías. Sin embargo, cuando el SENA dejó de suministrar el alimento para los animales, el proceso paró y de 20 personas beneficiarias solo continuaron seis. Para esta mujer, la falta de acompañamiento y orientación en la ejecución es una de las causas por las que nunca se avanza con los proyectos. Según dice, “cuando los proyectos no son económicos y no hay  plata de por medio la gente no dura, [...] como el gobierno en muchas ocasiones solo cumple con aportar unos recursos, pero no está pendiente asesorando de manera oportuna, entonces, eso desmotiva a muchos”.

Carlos Mosquera, profesional universitario de la oficina de Desarrollo Económico de la Gobernación del Chocó, afirma que es necesario que todos los proyectos se construyan desde el territorio y que su construcción surja desde las mismas comunidades, que son quienes conocen su idiosincrasia, su territorio y su vocación productiva. De esta manera, considera que se puede lograr que sean sostenibles, “¿qué nos da sostenibilidad? un proyecto de seguridad alimentaria, que exista un recurso excelente para la venta y eso va a permitir suplir algunos ingresos”, señala.

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Falta de asistencia técnica

Alfonso Minota, de 60 años de edad, es un campesino agricultor del municipio de Tadó, nació y se crió en el campo trabajando la agricultura. Cuenta que una vez fue miembro de la junta de un proyecto de cacao, dice que todo inició muy bien hasta que el gobierno giró los recursos. “Para ese proyecto éramos 140 productores de cacao, vinieron mil y pico de millones de pesos para su ejecución, que al inicio empezó con la participación de una junta de acá mismo, pero luego la cambiaron y entró a administrar una junta de Quibdó que no hizo el acompañamiento ni la asistencia técnica adecuada”, asegura Minota.

“Para producir el cacao de forma adecuada, se hace necesario que haya una buena asistencia técnica, sin embargo, los funcionarios que enviaban no tenían el conocimiento adecuado para orientarnos”, añade Alfonso.

Según afirma, otro cuello de botella que tienen los agricultores, es que no pueden producir más de lo que se consume en el departamento, pues no hay comercio hacia otras ciudades, “aunque lo que se está produciendo no es para toneladas, pero hay mucha gente interesada en cultivar, por lo que se hace necesario el apoyo del gobierno”.

En la actualidad Alfonso Minota cultiva chontaduro y por cuenta propia ha logrado fortalecer su plantación, lo que le ha permitido que pueda producir el fruto para comercializarlo en Tadó, Istmina y otros municipios del Chocó. “Si los políticos pensaran en el campo y se industrializara lo que producimos acá, muchas personas se vincularían en estos proyectos”, afirma.

¿Es posible pensar en proyectos sostenibles?

Con todas estas dificultades, las comunidades del Chocó se preguntan si es posible generar estrategias para que los proyectos se desarrollen con éxito y puedan asegurar ingresos a largo plazo para las familias. Una parte importante de la responsabilidad para asegurar este fin la tiene el Estado y los cooperantes que motivan la creación de estas iniciativas, pues como afirma Alfonso Minota “para que los proyectos afrocampesinos funcionen bien y sean sostenibles se necesita una buena producción, industrialización y comercialización; así como vías de acceso para sacar esos productos”. 

Por su parte, Kelvin Casas y Oswaldo Klinger del ICA, consideran que uno de los aspectos que se debe tener en cuenta es el diálogo y la concertación con los campesinos o beneficiarios en las comunidades, para que se tenga claro los interesados en cada una de las líneas que se trabajarán y también para que se puedan establecer las dinámicas de asesorías o  acompañamiento, rubros y plan de sostenimiento en general. 

Dennis Castro, docente en el municipio del Medio Baudó, coincide con esta posición, pues considera que se debe realizar un diagnóstico que permita conocer qué clase de proyectos necesitan los campesinos para que tengan una buena acogida, “si no es de importancia para ellos y no saben ni siquiera el objetivo del mismo no se van a sentir motivados”, afirma.

Otro aspecto fundamental que señalan Casas y Klinger, es la necesidad de que exista una sinergia interinstitucional, lo que permitiría una mejor asesoría de las iniciativas que llevaría a la sostenibilidad de los mismos. Carlos Mosquera también considera que crear sinergias a nivel institucional es importante, “hay que poner en la mesa la oferta institucional para cada territorio…cómo nos unimos entre cada uno de los actores institucionales para mejorar la calidad de vida”, dice.

Añade, además, que los fracasos de estos proyectos agrícolas se pueden evitar si se formulan por un equipo multidisciplinario “contratado por la Gobernación del Chocó y que su producción esté amarrada a un eslabón comercial definido, así mismo, que se apoye el seguimiento posterior a la ejecución con el programa de asistencia técnica agropecuaria”.

El profesor Dennis, considera que también hay una parte de responsabilidad en los beneficiarios, puesto a que en muchas ocasiones se le da mal manejo a los recursos asignados. Por esta razón, asegura que es necesario concientizar y capacitar a los beneficiarios para que así se pueda avanzar con el desarrollo de las iniciativas.

Si bien en la ejecución de los proyectos aparecen los retos mencionados, las comunidades afrocampesinas del Chocó esperan que se puedan mejorar los procesos para avanzar de manera exitosa y sostenible con sus cultivos, que se convierten en muchos casos en la única alternativa de ingresos para las familias.

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