Alcides Manjarrez camina lento, tranquilo, pero habla con fluidez. Es un hombre que, a sus 66 años, vive sin afanes. Todos los días son iguales para él: prende su radio donde escucha las noticias de la mañana en Fonseca Stereo, la emisora local, hasta el mediodía cuando enciende el televisor. Para él es importante mantenerse informado, dice que es la fuente principal para subirse a una tarima e improvisar. Y aunque ha crecido en un ambiente rodeado por el Vallenato, en su casa no se escucha ningún género musical, solo suenan las noticias, tanto que para muchos podría ser una casa común en el municipio y no donde vive el principal verseador del país. Este fonsequero suma 248 coronas en la piqueria y hoy sigue compitiendo, pese a que está cansado.

“Yo me entretengo con las noticias, no hago otra cosa porque yo no soy de los verseadores que se dedican a escuchar piqueria, para mí esto está en un segundo plano. Tengo mi canal de YouTube y muy poco entro”, dice.

Tiene una memoria prodigiosa, recuerda cada fecha y momento con exactitud, la misma destreza que domina para moverse con facilidad por su casa y ubicar lo que necesita a diario. Dice que sus manos se han convertido en sus ojos tras nacer con una catarata congénita que no pudo ser operada.

Pero para este verseador fonsequero su talento no es suficiente para sostenerse. El dinero que recibe en los festivales que gana es ocasional y por parte de la Alcaldía recibe cada dos meses el 30 por ciento de un salario mínimo. Por ello, desde su casa vende bolsas de hielo que le sirve para sostenerse, a 300 pesos cada cubeta. “Estoy en la casa cuando no hay festivales, ahorita mismo tengo una venta de hielo a $ 300 cada cubeta, en promedio semanal vendo 30 unidades, pero me toca suspender porque la empresa prestadora de servicios públicos, Air-e, me está cobrando muy caro la energía, pasó trabajo porque como no tengo otra entrada se me dificulta para la alimentación, pero eso no me acompleja, yo sigo para adelante”, puntualiza. 

En su casa también dicta clases para niños repentistas o verseadores. En su sala, junto a los trofeos que ha ganado, tiene un parlante desde donde reproduce las pistas para el proceso de formación.

Actualmente tiene cuatro estudiantes a quienes enseña a versear, pero Alcides es profesor desde los años 80. “Tuve la escuela de piqueria donde enseñé a José Ortiz, Jaime Rosado, el Bolo, Yeiner Tarifa, Alexis Amaya, Alexis Solano, Luis Fermín, el difunto José Luis Fontalvo, entre otros. Todos ellos fueron de mi escuela y aprendieron, pero yo me decepcioné una vez que estábamos en Maicao y José Ortiz fue a concursar y a él le preguntaron que quién te enseñó a ti a versear y dijo que había sido Luis Mario Oñate. Eso fue un golpe bajo para mí, me dio muy duro y me decepcioné tanto que dejé de enseñar”, cuenta.

En la pandemia lo llamaron de la Radiodifusora Nacional para hacer un vídeo tutorial, unos programas con unos trovadores de Medellín y un programa en vallenato y en ese momento se incentivó a volver a enseñar. 

Vive con una sobrina en una casa ubicada en el barrio El Retorno, en Fonseca. Hace 37 años la compró por 85.000 pesos, para ese entonces estaba construida en bahareque y la fue pagando y remodelando con los festivales que iba ganando. Alcides dice que su situación económica tampoco le permite tener muchos lujos y lo que se gana no le alcanza para la manutención de él y de su casa ya que el cobro de los servicios públicos es muy costoso. 

Estos son algunos de los trofeos que tiene en la sala de su casa. Foto: Dalis Bolívar.
Estos son algunos de los trofeos que tiene en la sala de su casa. Foto: Dalis Bolívar.

‘El premio más importante fue en El Hatico’

Aunque ha ganado 248 coronas, para él los más representativos son las 13 coronas que ganó en el festival del Retorno en Fonseca, 13 en el Festival de Arroceros del Hatico y los 3 que se llevó en el Festival de la Leyenda Vallenata (1983,1984 y 1993).

“Para mí el premio más importante en la piqueria y en el que sentí más alegría fue en el Festival de El Hatico en 1986, sentí más felicidad que cuando gané el Festival Vallenato porque había ganado en el pueblo donde yo nací, crecí, donde dí mis primeros pasos, fue el premio que más satisfacción me dio. Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero este caso no se cumple porque yo sí he sido profeta en mi tierra”, resalta.

"Para mí el premio más importante en la piquería y en el que sentí más alegría fue en el Festival de El Hatico en 1986, sentí más felicidad que cuando gané el Festival Vallenato porque había ganado en el pueblo donde yo nací, crecí, donde dí mis primeros pasos"

Alcides Manjarrez

Alcides dice que de los festivales solo le gustan los concursos, pero que no le gusta ir de fiesta o de parranda. “No soy de los de los verseadores que están en los festivales y se va a parrandear. Cuando yo estoy concursando me gusta dormir temprano y estar en un sitio tranquilo”, agrega.

“El dinero que gano es para financiar mis viajes a representar a mi pueblo en otros festivales. Cuando gano en un festival guardo la plata para poder ir a otro y cuando pierdo me toca pedir prestado o donaciones para poder ir”, sostiene.

Alcides resalta que ya está cansado y quisiera retirarse de las tarimas, pero que sigue participando por el dinero: “Si yo tuviera una fuente de ingreso de qué vivir, yo no iría al festival ya. Yo estoy cansado, lo he dicho bastante en el Festival Vallenato que quiero retirarme y me dicen: “No maestro, usted todavía tiene mucho para dar, deje la locura de irse a retirar de esto porque de qué va a vivir”. Si hacen un festival yo hago todo lo posible para ir, pero no porque quiera sino por obligación porque es un trabajo”.

"Si yo tuviera una fuente de ingreso de qué vivir, yo no iría al festival ya. Yo estoy cansado, lo he dicho bastante en el Festival Vallenato que quiero retirarme"

Alcides Manjarrez
Alcides Manjarrez vive en Fonseca, el municipio donde nació y del que no ha querido irse.
Alcides Manjarrez vive en Fonseca, el municipio donde nació y del que no ha querido irse. Foto: Dalis Bolívar.

De cantante a verseador 

Tanto Alcides como su hermano, Luis Manjarrez, nacieron con una catarata congénita que les impedía ver. Luis, quien falleció el 29 de mayo de 2021, le llevaba tan solo tres años de diferencia. Ambos han hecho historia en Fonseca en la piqueria. “Él fue quien me insistió, peleaba conmigo por dejarlo tirado y me dijo por aquí es que te vas a meter porque ese es tu medio de vida y así fue que llegué a la piqueria. Luis era una señal de Dios, fue ese motor que me impulsó”

“10 años después mi hermano consiguió una violina y comenzó a tocar y a componer. Yo empecé a componer, pero había un defecto y es que a mí me gustaba más la música romántica, la balada, la ranchera, solamente cantaba una canción de vallenato que era de César Castro y se llamaba José Aragón”, agrega.

Alcides cuenta que su hermano fue el promotor de incentivarse por la piqueria. Cuando niños usaban elementos caseros para tocar: “El primer acordeón que yo tuve era una lata de aceite, yo cogía una lata y supuestamente era mi acordeón. Yo recuerdo que me encontraba a un señor llamado Segundo Mendoza, quien siempre estaba tomando y me decía: “Ven a cantarme una canción” y yo salía a buscar el acordeón”.

"El primer acordeón que yo tuve era una lata de aceite, yo cogía una lata y supuestamente era mi acordeón"

Alcides Manjarrez

“Mi hermano y yo buscamos una peinilla y le poníamos papel brillante. Mi hermano era el acordeonero y yo tocaba con las ollas de mi abuela, ella tenía muchas ollas de peltre y se la escarchábamos, los platos de peltre mi hermano los cogía de guacharaca con un tenedor ya los teníamos dañados y mi abuela nos pegaba por eso”, agrega.

Alcides solo compuso una canción y fue una ranchera que dice: “Es la tercera vez que burlas mi cariño. Yo siempre pensativo hasta llegué a ignorar y no podía creer que yo por ser sencillo tal vez igual que un niño me tocaría llorar. Y me voy a inspirar, pero que les parece es que el amor crece y trae desilusiones y ella no se merece ni una de mis canciones…

Su vida transcurrió entre la casa de su mamá, Edita Manjarrez, y su abuela, Felicia Manjarrez. “Cuando veía la vaina mala, yo agarraba mi saco y echaba la ropa y me iba.  Fui un niño muy travieso”, rememora.

“En una ocasión recuerdo que me puse a pelear con mi hermano porque íbamos en una carretera destapada y se me manchó el pantalón en una camioneta llena de guineo. Él me decía quédate tranquilo que yo voy a ganar para que compres ese pantalón y otros más. Yo no le creía, pero esa vez hizo cinco empates con el mono Fragoso (Luis José Fragoso) y fue la primera vez que mi hermano ganó un festival. Se ganó 10.000 mil pesos y compartió la mitad conmigo para que comprara pantalones y dejara de pelear”, cuenta.

Luis Manjarrez, su hermano, fue el primero que saltó con la piquerIa y la improvisación cuando tenía 17 años y Alcides tenía 14. Dando sus primeros pasos como verseador, Alcides participó en el pueblo San Pablo Bolívar. “Yo decía bueno esta gente aquí no aplaude a nadie, pero cuando dieron los fallos que me dieron ganador, la gente estalló en aplausos y hasta me alzaron y pasearon en hombros”. 

“Una vez estuve en un festival en Mahates, Bolívar, y un señor me pidió un verso. Y el presidente del festival me dijo ‘No Alcides no cantes nada porque tu no eres verseador de calle, tu eres un verseador de tarima y si te pones a cantar versos por la calle no te traigo más por acá”, resalta entre sus anécdotas. 

Su primera batalla en tarima

“A pesar de que yo con mi hermano peleaba y lo insultaba, eso a él no le importaba. Por el contrario, él me motivaba con el pago y me decía que era la oportunidad para tener la buena ropa que me gustaba”, recuerda.

Una de las primeras batallas fue en un festival en Distracción. “Mi hermano me explicó cómo era todo. Él fue mi impulsor para que yo hoy en día esté en este lugar y luego reconocer que lo había superado”. En este festival quedó en el tercer puesto y su hermano, en segundo lugar. 

“Después fuimos a San Juan y allí sí gané. Mi hermano me decía que no me dejara ganar y cuando lo entrevistaban decía: ‘No, Alcides no se metió a la piquería porque le gustara, se metió fue por la plata’. Y en verdad fue así, a él sí le gustaba y le emocionaba, brincaba, bailaba y todo eso y yo no. Para mí ser verseador es la forma de ganarme un sustento”, puntualiza.

Para el verseador Sandro Argote, Alcides es uno de los mejores improvisadores que ha tenido la piqueria vallenata. “Para mí Alcides Manjarrez es un maestro de la piqueria vallenata,  es una persona humilde y que valora y reconoce el talento de los demás. Toda la vida ha sido un gran juglar porque son pocas las personas que salen a representar el nombre de Fonseca y el Hatico a cualquier parte de Colombia y Alcides lo ha hecho”.

"Toda la vida ha sido un gran juglar porque son pocas las personas que salen a representar el nombre de Fonseca y el Hatico a cualquier parte de Colombia y Alcides lo ha hecho"

Sandro Argote, verseador

Argote cuenta que ha acompañado a Alcides a varios festivales donde “nos ha tocado pasar trabajo porque no hemos ganado nada y nos ha tocado hasta pedir chance para podernos venir a Fonseca. Es lamentable que un artista como él no tenga ni para transportarse”.

Su familia

Alcides es el segundo de trece hermanos. Nunca fue al colegio, pero se expresa con total certeza y puede abordar cualquier tema.  Vive con una sobrina, hija de Luis Manjarrez, de 17 años. No tiene hijos y sus sobrinos son quienes lo han acompañado por temporadas.

Cuenta que entre los momentos más difíciles están la pérdida de su mamá Edita Manjarrez, el 5 de octubre del 2017; y la de su hermano Luis Manjarrez, el 29 de mayo del 2021, víctima de covid-19. “Para mí han sido golpes duros, porque en cuanto a lo artístico que yo no vaya a un festival sino tengo los recursos de alguna forma se soluciona, pero los golpes que da la vida son dificiles porque eso nunca se recupera”, dice.

“La lección más grande me la dio mi madre, cuando me metí a la piqueria (1979) solo quería estar bebiendo y me dediqué a beber. En un festival de Arjona, Bolívar, me había ganado 30 mil pesos en esa época (1981) y llegué a la casa solo con 6.000 pesos. Me había bebido todo por allá. Mi mamá me hizo recapacitar y desde ahí dejé la bebida y me hizo reconocer que no podía seguir perdiendo la plata así”, cuenta.

María Auxiliadora Molina Manjarres, hermana de Alcides, hace una sentencia: “Ni se molesten en pedirle verso, porque él a nadie le hace verso”. 

”Mi hermano fue prácticamente quien me crió, me ayudó en mis estudios, es mi segundo papá. Tengo mucho agradecimiento con él porque en momentos difíciles de mi vida él me ha sabido ayudar y me da buenos consejos. Lo que más admiro de él es que es muy unido con su familia”, dice. 

"Ni se molesten en pedirle verso, porque él a nadie le hace verso"


María Auxiliadora Molina Manjarres, hermana de Alcides

“Lo que más admiro es su tenacidad y como se sabe defender a pesar de las dificultades que se han presentado en la vida”, agrega.

Alcides le ha pedido a su familia que cuando muera no quiere ninguna clase de homenajes porque siente que todos los honores y ayudas los necesita ahora que está vivo. No comparte que las administraciones se esmeren por hacer actos protocolarios y hasta novelas cuando los representantes culturales mueren.

“Quiero ser recordado no por mis logros, yo quiero ser recordado humildemente como lo que soy: una persona sencilla y que a todo el mundo trata bien. Sé que va a ser difícil porque muchos se acordarán de Alcides Manjarrez por los logros en la piqueria, pero yo no quiero que me recuerden por eso, yo quiero que me recuerde más bien como un buen hijo, buen hermano y buen amigo. Mis deseos son de seguir enseñando para que cuando ya no esté, haya bastante representante de Fonseca en la piqueria”, recalca.

Por qué es importante

En la Guajira, son pocas las opciones de empleo, y la mayoría es informal. Según las últimas cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane), en 2018 el empleo informal alcanzó el 90,3 por ciento. Aunque en Fonseca no hay cifras actualizadas, una investigación de la Universidad de La Guajira realizada en 2010 para la Secretaría de Desarrollo Económico de la Gobernación de La Guajira arrojó que 9.768 habitantes de 36.447 no tenían un trabajo estable. Es decir, cerca de 3 de cada 10 fonsequeros no tenían un trabajo que les permitiera vivir dignamente. 

Qué está pasando

En Fonseca es cada vez más común ver jóvenes de entre 17 y 28 años conduciendo mototaxis. Pasan sus días transportando pasajeros de un lado a otro del casco urbano o de los corregimientos. Son tantos los mototaxistas que algunos han implementado estrategias para fidelizar a sus clientes ofreciendo tarifas diferenciales para recorridos largos,  poniendo música para amenizar el viaje o entregando papeles con sus datos de contacto para que los vuelvan a llamar. Hoy, este oficio es una de las principales opciones de empleo para los jóvenes cuando terminan el bachillerato.

Henderson Durán tiene 18 años y es uno de los mototaxistas de la vereda Guamachal. Durán cuenta que tuvo que abandonar sus planes de estudiar porque con lo que sus padres ganan en el campo no les alcanza para sostenerse y, además, pagar su educación. “Trabajo para ayudar a mi familia en la compra de alimentos, productos de aseo, y de vestir”, dice.

Durante las horas de calor, algunos mototaxista van al río para refrescarse.Fotografía: Gabriel Linares
Durante las horas de calor, algunos mototaxista van al río Ranchería para refrescarse. Fotografía: Gabriel Linares

Al igual que Henderson, muchos adolescentes empiezan en el mototaxismo para aportar en sus casas y tener algo con qué comprar la comida de todos los días. Otros, para poder ahorrar y pagar una carrera técnica o profesional. Pero en la mayoría de los casos lo hacen porque simplemente es una manera de ganar dinero relativamente fácil. A diferencia de otros empleos informales —como la venta de frutas y verduras, de billetes de lotería o comidas rápidas— para ser mototaxista no hay que invertir dinero comprando materia prima ni esperar una quincena o un mes para recibir un salario. Para cualquier joven acostumbrado a la inmediatez, la ecuación es sencilla: trabajar un rato y obtener algo a cambio. Casi en seguida. El único requisito es saber conducir una moto, inclusive sin contar con una licencia.

“Tengo mis ganancias diarias, tiempo para descansar y estudiar. Trabajo de seis de la mañana a siete de la noche”, dice Jorge Amaya, un joven de 19 años que trabaja como mototaxista en el corregimiento El Hatico. Amaya tiene claras las ventajas del oficio: puede manejar su tiempo, obtener dinero para gastar en comida todos los días y ahorrar algo para pagar sus estudios en el Centro Agroempresarial y Acuícola del Sena donde está aprendiendo a ser técnico en Construcción de Edificación. “He trabajado en el sector agrícola como fumigador de arroz y me pagan diez mil pesos por tanque. Trabajo de cinco a once de la mañana y gano de acuerdo a la cantidad de tanques fumigados. Se gana más dinero, pero ese trabajo tiene una desventaja y es que no se hace a diario”, explica.

“Tengo mis ganancias diarias, tiempo para descansar y estudiar. Trabajo de seis de la mañana a siete de la noche”

Jorge Amaya

En un día de trabajo, un joven mototaxista en Fonseca puede llegar a producir hasta 85 mil pesos aproximadamente. Pero no todo es ganancia. Este dinero le debe alcanzar para pagar la tarifa que le cobra diariamente el dueño de la moto, su comida y la gasolina.  Es decir, de esos 85 mil pesos debe utilizar 20 mil para pagar la tarifa diaria, 10 mil para tanquear la moto, y al menos unos 40 mil para cubrir el costo del desayuno, el almuerzo y la cena. En este escenario, al final de la jornada solo le quedan unos 15 mil pesos libres. 

Pero hay días en que puede ganar mucho menos dinero. Si decide hacer menos carreras o hay menos personas que necesiten su servicio, puede conseguir unos 50 mil pesos o menos. En el peor de los casos, en un día puede reunir si acaso unos 20 mil pesos y terminar debiendo la cuota que paga por el uso de la moto. 

Esta situación lleva a que muchos jóvenes terminen viviendo en la precariedad: no están afiliados a una entidad prestadora del servicio de salud, no aportan a un fondo de pensión ni ahorran en cesantías. Ni hablar de si cuentan con un seguro que cubra sus riesgos profesionales. Lo que ganan apenas les alcanza para cubrir sus necesidades básicas. Y cada vez les resulta más difícil. En los últimos meses, han sentido el impacto del aumento de los precios de los productos de la canasta básica familiar. Hoy, una libra de carne cuesta quince mil pesos, una libra de arroz unos dos mil pesos, y un litro de aceite de cocina unos 10 mil o 13 mil pesos. “Estoy en el mototaxismo porque mi mamá está enferma y esto es lo único que está dando, más o menos para resolver la comida, los medicamentos de mi mamá y mis estudios”, dice Yoiner Peralta, mototaxista de 17 años. “Es algo fundamental para empezar porque acá en el pueblo no hay más nada, solo moto y moto por todo lado”.

El problema de fondo: pocas opciones de empleo

Para los jóvenes, es muy difícil conseguir trabajo en Fonseca. En el municipio, solo hay tres grandes empleadores: el Hospital San Agustín, la Alcaldía y la mina de El Cerrejón. Las plazas de trabajo disponibles en estos lugares, además de ser pocas, son muy competidas pues suelen ser codiciadas por trabajadores de los nueve municipios del sur de La Guajira y Valledupar. La agricultura, que es el segundo renglón de la economía, está en picada porque los insumos han aumentado de precio, las vías están en mal estado para sacar los productos y las sequías afectan los cultivos. 

El panorama es desalentador inclusive para quienes han logrado estudiar alguna carrera profesional o técnica. Yeifran Toncel, un joven mototaxista, asegura que no encontró trabajo después de terminar la carrera de Trabajo Social hace dos años en la Universidad de La Guajira. “No deberían pedir tanta experiencia laboral en empresas públicas o privadas, ya que es el principal obstáculo que no nos deja avanzar y nos tiene estancados en el área laboral”, afirma. Toncel, quien también estudió para ser técnico en Construcciones Soldadas y Mecánico Diesel en el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), dice que son muchos los profesionales que no han tenido la oportunidad de conseguir un trabajo.

Yelenka Hernández, joven desempleada y profesional de Geología de la Universidad de Pamplona, coincide. “En el municipio hay pocas oportunidades para jóvenes y exigen muchos requisitos para obtener un primer trabajo”.

"En el municipio hay pocas oportunidades para jóvenes y exigen muchos requisitos para obtener un primer trabajo”

Yelenka Hernández

Además, para las mujeres, conseguir un trabajo resulta más esquivo pues el mototaxismo es un gremio dominado principalmente por los hombres y muchos empleadores ven como una desventaja que ellas tengan familia. Mairim Torres trabaja atendiendo máquinas de apuestas porque desde que se graduó como tecnóloga en Obras Civiles del Sena, no ha podido conseguir empleo. Los empleos a los que se ha presentado requieren que los aspirantes tengan experiencia, un requisito con el que no cumple porque nunca ha sido contratada por primera vez.

“He buscado empleo en otros sectores pero aquí es muy difícil, ya que no hay grandes empresas. He trabajado como cuidadora de niños, haciendo aseo y otros más pero lo que me ganó en esas actividades, el dinero no me alcanza. Con el empleo que tengo actualmente me pagan mejor”, cuenta Torres. “Tengo un niño y mi madre a mi cargo y necesito dinero para la manutención de ellos”, añade.

Esta desigualdad se refleja en las estadísticas de desempleo nacionales. Según la Gran Encuesta Integrada de Hogares del DANE entre diciembre de 2021 y febrero de 2022, el 16,4 por ciento de las mujeres de los centros poblados y rurales dispersos estuvo desempleada en comparación con el 6 por ciento de los hombres. 

Marim Torres carga a su bebé en brazos. Cuenta que gana 4 mil pesos por cada 100 mil pesos vendidos a la semana. Fotografía: Dalis Bolívar
Mairim Torres carga a su bebé en brazos. Cuenta que gana 4 mil pesos por cada 100 mil pesos vendidos a la semana. Fotografía: Dalis Bolívar

Lo que dicen los y las jóvenes

El plan de la Alcaldía

Deimer Torres, secretario de Planeación de Fonseca, asegura que el objetivo de la Alcaldía es bajar los altos índices de desempleo y la brecha salarial de género. “En nuestras obras siempre dejamos el capítulo donde se debe incluir a la mujer y en el momento tenemos muchas obras aprobadas gracias a que somos un municipio priorizado PDET”, dice. Sin embargo, Torres no habla de un plan o alguna iniciativa específica para  combatir el desempleo juvenil. Insiste en que  las obras proyectadas para mejorar las vías y el acueducto, e impulsar la producción energética van a generar empleos. Así, en general. 

“Va a disparar los empleos directos e indirectos y es nuestra gran apuesta que estas obras reactiven la economía en el casco urbano y rural, ya que son muchas las empresas que llegarán a contratar personal de nuestra región. Esta es nuestra arma más fuerte para disparar los índices de empleabilidad del municipio”, insiste el Secretario de Planeación.

Desde la Cámara de Comercio de La Guajira, tampoco hay una estrategia para combatir este problema. “No tenemos ningún plan específico para que el municipio de Fonseca pueda salir de su alto índice de desempleo, pero sí hemos venido constantemente ofreciendo hacer reuniones de interlocución para  en conjunto poder construir propuesta”, admite Maribet Gámez Figueroa, jefe de comunicaciones. “No tenemos un programa puntual dirigido a jóvenes pero si tenemos en estos momentos la convocatoria de Turismo Emprende y vamos a iniciar con crecer para avanzar donde se ha  priorizado el sector juvenil”, añade.

Sin embargo, Yelenka Hernández -quien hace accesorios de ropa para niñas- opina que es poco probable que los jóvenes del municipio logren participar en algún programa de fomento al emprendimiento. Afirma que el principal obstáculo es que no cuentan con el dinero necesario para empezar. “Emprender en mi propio negocio, me ha sido muy complicado ya que no cuento con tantos recursos y la economía está un poco paralizada”, dice. Por su parte, Mairim Torres dice que la falta de oportunidades es un problema generalizado. “En este municipio se necesita un gran proyecto para que se generen empleos para todos, no es solo para los jóvenes”, afirma.

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