El sur de La Guajira se ha caracterizado por su producción de arroz, un cereal que aún se cultiva, en su mayoría, artesanalmente. En Fonseca, al menos 5.000 personas viven de este cultivo, especialmente en El Hatico. En este corregimiento, ubicado a 10 minutos del casco urbano, temen que si se deja de sembrar arroz, no solo aumente el desempleo sino que se pierda su identidad cultural.
¿Qué está pasando?
Desde inicios de 2021, miles de cultivadores de arroz se han visto afectados por la caída del precio de este grano. En Fonseca, los agricultores actualmente venden un kilo de arroz paddy (cuando aún viene con cascarilla) por unos 1.300 pesos. En años anteriores, el precio estaba por encima de los 1.600 pesos y en diciembre de 2021 estuvo en 1.080 pesos. Los arroceros ven con esperanza el precio actual para recuperarse.
Los arroceros en este municipio del sur de La Guajira invirtieron entre 5.8 y 6.8 millones de pesos por hectárea para la producción del segundo semestre del 2021. Si la cosecha es buena, producen entre 5.000 y 5.500 kilos por hectárea. De estas, reciben 5 millones 250 mil pesos en ingresos. Hernán Martínez, un agricultor que cultiva arroz en El Hatico desde hace 40 años, afirma que el año pasado fue muy duro. “En términos generales, no hubo utilidades en la producción”, asegura.
La tradición que está en riesgo
En El Hatico, el arroz no es solo el sustento económico para muchas familias. En el corregimiento, el grano es la base de al menos 50 preparaciones típicas de la zona como el arroz trifásico “el Pollo Vallenato”, el arroz de chocolate, o el arroz de coco dulce y salado.
Albina Figueroa es una de las mejores cocineras del arroz de coco dulce. Como muchas otras mujeres del corregimiento, aprendió la receta de su mamá y su hermana mayor. Para Figueroa, la variedad de platos que tienen como base el arroz han surgido de la creatividad de las hatiqueras que convierten sus cocinas en laboratorios y experimentan constantemente con distintos ingredientes. Una vez crean una nueva receta, la ponen a prueba con sus comensales, que muchas veces las visitan desde otros municipios. “La forma exacta de cómo llegar a una receta es algo que hemos ido adquiriendo en la medida en que la ponemos en el paladar de nuestros visitantes. Cuando llegan a El Hatico buscamos combinaciones que nos permitan hacer una presentación exquisita del producto. Hemos llegado a combinar cosas que nos han permitido obtener del arroz la mejor de las presentaciones”, dice Figueroa.
Para Dasnelly Bolívar, el mejor ejemplo de esta experimentación es el arroz de café. Cuenta que este plato ha obtenido reconocimiento de la Federación de Arroceros, y es ofrecido especialmente durante la celebración del Festival de Arroceros que se realizaba anualmente en el corregimiento antes de la pandemia. “Todas las personas que han tenido la oportunidad de probarlo han quedado encantadas, ya que ha sido una receta muy llamativa. Es muy apetecida”, afirma Bolívar.
Las excéntricas preparaciones de arroz también se han convertido en una forma de homenajear a los cultivadores y los artistas vallenatos de Fonseca, conocido por ser un municipio de cantores. “Si no hay cultivo de arroz ya no podríamos homenajear a nuestros cultivadores, entonces toda nuestra tradición se acabaría”, se lamenta Luisa Solano Pérez, creadora del arroz de café. “Los cultivadores son los que nos hacen las donaciones del cereal”, explica Rosa María Bolívar, ganadora en una de las ediciones del Festival de Arroceros con el arroz de libro, que le debe su nombre a una parte del estómago de la vaca.
Las mujeres cocineras coinciden en que les preocupa la situación del cultivo del arroz. “Nosotros hacemos una muestra gastronómica en el Festival de Arroceros y les brindamos una degustación gratuita a nuestros invitados. Si no se cultiva arroz aumentan los costos, no tendríamos apoyo de Fedearroz y de todos los productores. Las preparaciones serían más costosas y habría menos exhibiciones”, asegura Dasnelly Bolívar.
Las causas de la crisis
Hay tres factores principales detrás de la desestabilización de la producción de arroz en el país:
Sobreproducción: Wilson Rivera, coordinador de la Cadena del Arroz del Ministerio de Agricultura, asegura que los cultivos de arroz aumentaron sustancialmente en los últimos años, y que esto ha llevado a que sea más difícil su comercialización. “En estos años, el sector arrocero estuvo muy bien en términos de volúmenes producidos y precios pagados. Esto generó siembras ampliadas de muchos productores y muchos otros arroceros no tradicionales quisieron participar de este mercado, lo que produjo una sobreproducción”, puntualiza Rivera. “En 2019, tuvimos 539 mil hectáreas de arroz, para el 2020, 596 mil y para el 2021, proyectamos más 600 mil hectáreas. Este crecimiento hace que su comercialización se haga muy compleja”, detalla.
Aumento del precio de los insumos agrícolas. La urea, uno de los fertilizantes más utilizados para el cultivo de arroz, actualmente tiene un valor de 210.000 pesos, mientras en noviembre del año pasado costaba 150.000 pesos. Al mismo tiempo, el sulfato de amonio, otro fertilizante, pasó de costar tuvo un costo de 44.000 pesos entre agosto y septiembre a más de 100.000 pesos a finales de diciembre de 2021.
Factores climáticos: Para Hernán Martínez,los factores climáticos, como las escasas lluvias, también influyeron en las pérdidas que tuvieron varios agricultores a nivel local. “Especialmente, por factores climatológicos en algunos predios”, dice.
Las soluciones
Ante la crisis, el Ministerio de Agricultura, los gremios arroceros, los gobernadores y los alcaldes de los municipios productores de arroz se reunieron desde mediados del año pasado para acordar medidas y atenuar los efectos de los precios bajos. Han descartado el subsidio a los agroinsumos, que ha sido una de las peticiones de los cultivadores. “Es muy complejo y costoso pretender una política de subsidio dado los volúmenes que hay. No alcanzaría todo el presupuesto del Ministerio para subsidiar un precio de los fertilizantes”, dice Rivera.
Los arroceros también han pedido que el gobierno nacional controle los agroinsumos para evitar que las importaciones afecten su bolsillo, y la necesidad de generar un mecanismo de cobertura sobre el arroz, que permita establecer un precio base antes de distribuir el producto. Asimismo, le han solicitado al gobierno apoyo en la alternancia de los cultivos con otros alimentos y la garantía de la comercialización y la capacitación para hacerle frente a los retos del sector.
Como apuesta fundamental, acordaron impulsar la tecnificación del cultivo. “A través de recursos del Fondo Nacional del Arroz, hay programas de entrega masiva de tecnología para que las producciones sean más competitivas. Estas permiten hacer un uso más eficiente de los insumos, monitoreo de cultivos para hacer aplicación de insumos en tiempos oportunos”, detalla Rivera.
En el caso de La Guajira, el 31 de agosto de 2021 se acordó el Plan Uno a Uno, en el que el Ministerio de Agricultura y la Gobernación aportarán dinero para subsidiar con 1.300.000 millones por hectárea a los agricultores afectados. Para este año, se está impulsando además una política de bloqueo de importaciones para no afectar el mercado nacional, pero según Rivera, “no es tan fácil de manejar por los compromisos bilaterales con Ecuador y Perú, y por el TLC con Estados Unidos”.
Hasta ahora, los agricultores de El Hatico han comenzado a ver un alivio en sus ganancias. “El precio del arroz ha aumentado un poco pero muy lento. Ahora le anotamos el precio de los insumos que son costosos, los fertilizantes se han incrementado en su precio más de un 100 por ciento. Esperamos que para la cosecha del año entrante, en febrero, el precio sea considerable”, dice Hernán Martínez.
Lo que sigue:
“Para el 2022 esperamos la cooperación de todo el sector arrocero para que no haya siembras desbordadas en el país y promover la rotación de cultivos promisorios en distintas zonas y promover la siembra de arroz en las zonas de mayor amplitud productiva”, dice Rivera. Es decir, desde el Ministerio insisten en que se debe sembrar arroz donde existan las mejores condiciones para su cultivo. “En otros territorios recomendamos reconvertir maíz, sorgo, soya y algodón para que no se concentre la producción en el arroz”.
Cultivadores como Hernán y Félix Martínez son enfáticos en que continuarán la siembra a pesar de que hasta la fecha no ha habido divulgación en El Hatico sobre los apoyos del Gobierno nacional y departamental para aliviar sus bolsillos. “Queremos seguir manteniendo viva nuestra tradición, si dejo de sembrar arroz tengo que apartarme definitivamente de la agricultura porque yo no soy dueño de finca. Yo trabajo en terrenos arrendados y hay cultivos que demoran mucho tiempo y que no dan resultado al arrendatario”, dice Félix Martínez, quien desde 1972 se dedica a la siembra del cereal.
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