Cuidadoras anónimas capítulo 6 | El coraje de cuidar la tierra sembrando en ella

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Ilustración: Tatiana del Toro
Olga Trujillo Zúñiga preside la Junta de Acción Comunal de la vereda Los Alpes en San Vicente del Caguán desde hace cuatro décadas. Además de una vida dedicada al liderazgo, ha fortalecido el cuidado comunitario que incluye las fuentes hídricas, la fertilización de la tierra y la protección de especies vegetales nativas de la Amazonía. 
¿Cómo se hizo este trabajo?
Para realizar este reportaje viajamos hasta San Vicente del Caguán y visitamos la finca de Olga Trujillo en la vereda Los Alpes.

Sus manos se concentran en extraer la pulpa de arazá o guayaba amazónica para ponerla sobre un plato. Sentada en la mesa principal de su finca, Olga Trujillo Zúñiga dice con una sonrisa que está cansada.

Desde que se fundó la Junta de Acción Comunal de la vereda en donde vive, en Los Alpes, cerca al centro poblado Los Pozos, en San Vicente del Caguán, ella la ha presidido y ha aprendido sobre organización social mientras con su ejemplo enseña que lo fundamental es arar con amor y coraje la tierra.

Olga hace pan, procesa cacao, recoge los huevos de gallinas criollas para vender a otros campesinos, cocina en fogón de leña, cría cerdos y tiene un potrero con vacas lecheras para su consumo y el de su familia. Toda la producción orgánica de su granja es fruto de su esfuerzo y el de su pareja quien, mientras oye desde un costado sus palabras con gestos de orgullo, exprime también en un trapiche la caña que recoge a unos pasos para preparar jugo dulce.

El municipio en el que hoy envejecen produce, al menos a Olga, un par de contrariedades: es una región que ama pero que también agobia. En medio del conflicto armado ella reconoce el empeño y coraje que hay en haber construido sus sueños.

Olga Trujillo decidió dedicar su vida a cuidar la tierra en la que habita y trabaja.

Tras negociaciones fallidas y promesas incumplidas por parte de la institucionalidad y hasta de grupos armados para los campesinos, la pareja de adultos asegura que se vive entre la prosperidad y la escasez. En el medio, Olga tomó la decisión de cuidar con autonomía y poner al servicio su sistema de valores para respetar la tierra. 

Energía esmeralda 

En 2006 se estableció la petrolera Emerald Energy en búsqueda de explotación de hidrocarburos en la vereda Los Pozos. La empresa del conglomerado estatal chino Sinochem se convirtió para Olga, para el suelo en el que siembra y para la comunidad en una amenaza inminente. Lo recuerda como un evento definitivo para narrar su proceso de soberanía territorial y liderazgo.

La extracción de petróleo empezó, progresivamente, a producir sequía, contaminación del suelo, deterioro en la malla vial de las vías terciarias, además de una profunda desilusión del campesinado que, sin información suficiente, parecía entusiasmado con las ofertas de trabajo a largo plazo. 

Pero el panorama fue otro. En palabras de Olga, la extractora ofreció trabajos a largo plazo y cautivó tanto a algunos habitantes que  estaban en búsqueda de ascenso que generó escasez de mano de obra joven en la siembra de cultivos, así como relaciones pasajeras y abusivas, dice ella, entre ingenieros con las jovencitas ilusionadas con una vida próspera, algo que muchas veces fue impulsado por la misma familia.

En medio de ese panorama, la preocupación de Olga la llevó a buscar alternativas. Como presidenta de la JAC del centro poblado Alpes impulsó a convencer a sus vecinos y vecinas de mapear los nacimientos de agua alrededor de sus parcelas. La propuesta, además, consistió en que campesinos bautizaran los manantiales, como si de un hijo se tratara. En su finca, recuerda, había mínimo treinta brotes y, con este ejercicio, identificaron que además de hidrocarburo, el campo estaba lleno de oro azul con el riesgo de ser contaminado.  

Árbol de cacao de la finca de Olga Trujillo

“La idea consistía en iniciar con una identificación. El avance de esta tarea nos dio mucha alegría y, más aún, el darnos cuenta de que éramos ricos en agua a pesar de no ver cerca ríos ni quebradas. A ese mapeo le dimos el nombre de ‘El agua nos da vida y nosotras la cuidamos para que viva’; todos estábamos tan entusiasmados pensando en qué era lo que seguiría después de darnos cuenta dónde estábamos parados” asegura.

Poner un nombre a cada nacimiento e instalar por las veredas mensajes alusivos al cuidado de los afluentes fue, también en sus palabras, un ejercicio romántico.

A partir de ese ejercicio Olga fue la única mujer del Caquetá, en ese momento, en ser invitada a la Conferencia Episcopal para hablar al mundo sobre el cuidado de las fuentes hídricas amazónicas en el piedemonte suroccidental y la importancia de esto para preservar el pulmón del mundo amazónico.

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En sus palabras, ella buscaba con estas iniciativas evidenciar que en los pequeños gestos cabe toda la belleza del mundo. La diversidad de especies animales y vegetales que empezaban a migrar o morir por el derrame de crudo  se hacía cada vez más notorio; también el silencio que se imponía sobre su territorio tras el efecto que producía alzar la voz en contra de la compañía china Sinochem. 

Según datos presentados por el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas-SINCHI en una investigación convenida con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (2023),   Emerald Energy obtuvo 5.656.472,45 barriles estándar de petróleo (BLS); es decir, casi 900 millones de litros. 

Sin embargo, esto no fue como abrir la llave de agua. Por datos de la Fundación Ideas para la Paz (FIP); la movilización social campesina en contra de esta extracción, que duró casi 17 años, provocó arremetidas de la fuerza pública en contra de la sociedad civil ya que ésta protegía los yacimientos de la empresa en lugar de proteger los intereses productivos de los lugareños.

El papel de Olga no sólo fue el de no guardar silencio a pesar del riesgo, también el de consolidar aún más el tejido social e impulsar a otras mujeres a hacerlo. “Yo sabía que muchos hombres no cuidan el agua porque no son ellos los que van a buscarla para preparar alimentos, para sostener un hogar; nosotras somos las que sabemos que sin ésta no podemos sostener a una familia y por eso nuestra urgencia”, declara.

El cuidado del ecosistema no solo brinda mejor calidad en los alimentos, sino que mantiene vivas las especies que lo habitan y dependen de él.

Sueño verde

Nuevos proyectos llegaban a su mente. Cada uno buscaba procurar el bienestar no solo individual sino colectivo. Y dado que su departamento, Caquetá, desde hace más de una década ha estado en los primeros lugares en deforestación, propuso desde la JAC la siembra de árboles nativos, así como de especies originarias del territorio. 

Aunque la idea de un banco de semillas lleva a la imagen de un laboratorio que preserva en frascos y condiciones atmosféricas adecuadas una serie de especies simientes vegetales; Olga rescata la idea popular de sembrar por esquejes. 

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En ese momento empezó a intercambiar ‘piececitos’ o raíces de plantas, frutos y especies maderables nativas como Samán, Laurel, Mango, Guama, Carbón, Melina, Cacao silvestre y Ahumado. 

“Aquí siempre ‘bregamos’ para conseguir semillas, así que encontré unas provenientes del Huila, del lugar donde yo nací, porque hubo una época en que no había qué sembrar. Eso me daba una tristeza”, cuenta Olga. 

Su idea consistió en realizar cercas vivas a orillas de la carretera y reforestar los afluentes hídricos, entregando especies en esquejes a cada propietaria y propietario. 

Entre aciertos y fracasos, por desconocimiento de las condiciones necesarias para estas especies introducidas, lo logró progresivamente. Un suelo que parecía secarse por la extracción de petróleo, empezó a convertirse en un sueño verde otra vez. 

La necesidad, según cuenta, era contribuir a disminuir la tala indiscriminada para potreros, muchas veces por ignorancia, otras veces por retribución económica o simplemente por costumbre; recuerda Olga Trujillo entre los años del despeje y de ingresar la petrolera  la guerrilla mandaba a los campesinos a tumbar hectáreas y después del acuerdo de paz prohibieron la deforestación. 

Otro de los proyectos que propuso a la vereda Los Alpes fue el reciclaje y los biodigestores en función de concientizar a la comunidad. Olga cuenta que aunque parece tradición de los campesinos, “no a todos les gusta mantener cultivos de pancoger (plátano, yuca, cacao, etc.) porque demanda mucho tiempo”, advierte. 

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Si ella tradujera en tiempo su esfuerzo, dice que esas labores agrícolas tardarían mínimo, y diariamente, cinco horas. Esto, entre quehaceres del hogar, cuidados de la producción de casi 200 gallinas ponedoras, la cría de cerdos, el ordeño de las vacas, la siembra y cuidado de sus cultivos y la huerta que les provee, no es tarea fácil que, hace hincapié, no es remunerada. Dice que si no fuera gracias a una buena compañía habría sido imposible sostener su tierra. Pero reconoce, a su vez, que su caso es singular. Cuenta con un hombre que la apoya en el cuidado, sembrando la tierra, pero no es el caso común de sus vecinas.

Olga Trujillo cuenta con el apoyo de su esposo en la labor del cuidado del ecosistema a partir de la restauración forestal.

Esta labor la hace Olga porque quiere pero, en la mayoría de los casos, es atribuida a las mujeres sin contar antes con su consentimiento. 

Por eso, para Olga, la razón innata en que las mujeres siembren y cuiden el agua tiene que ver con el amor y su inteligencia, en sus palabras. Dice que es de ellas así como suya la necesidad de tener cosecha para alimentarse y alimentar, por esto, dice también, el trabajo de labrar la tierra no descansa. 

Cuando se busca la soberanía alimentaria  en una granja integral, según esta lideresa, el trabajo se convierte en “un arrullo”

El cebollín, pimentón, frijol blanco, auyama, albahaca, cilantro, marañón, guayaba, papaya, chirimoya, caimo, cachipay, guanábano, limoncillo, sábila, ajíes, cítricos, caña, plátano, banano, guineo, aguacate y más especies que están en su mesa, no estarían ahí sin antes haberlas puesto en la tierra. 

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  • Olga Patricia Arenas
    Sep 11, 2024
    Felicitaciones a leidy y Manuela. Este capítulo 6 de cuidadoras, en realidad me parece muy importante porque se habla sobre el hecho de sembrar en la tierra y tener la semilla viva y a su vez poderla compartir por esquejes, esto permite motivar a más habitantes y comunidad a conservar y sostener la biodiversidad con la que contamos en la amazonía y me parece clave rescatar todas esas acciones que se proponen para poder saber qué tanta riqueza hídrica, de fauna y flora pueden proteger, usar y aumentar. Ser cuidadora es simplemente valorar lo que se tiene a su disposición y este es un gran ejemplo que se puede evidenciar.
  • Mayerly
    Ago 23, 2024
    Desde la historia la mujer ha sido protectora ambiental, corriendo el riesgo de perder su vida, los rechazos sociales y aún así el peligro de la naturaleza.

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