País

Cuidar la salud mental en medio del abandono, el racismo y el conflicto armado

La salud mental es una de las grandes deudas del Estado colombiano con las regiones históricamente marginadas. En departamentos como Chocó, Caquetá, La Guajira, Amazonas, Guainía y Vaupés, el acceso a servicios.

La salud mental es una de las grandes deudas del Estado colombiano con las regiones históricamente marginadas. En departamentos como Chocó, Caquetá, La Guajira, Amazonas, Guainía y Vaupés, el acceso a servicios de salud mental es limitado, intermitente o simplemente inexistente. Las cifras y diagnósticos institucionales dan cuenta de una situación crítica: hay pocos profesionales, baja cobertura, y una débil presencia estatal. Por lo que no dicen las estadísticas es que, en estas regiones, cuidar la salud mental sigue siendo un acto de resistencia.

A pesar de la distancia geográfica, las distintas voces recogidas por Consonante coinciden en un punto: la salud mental está profundamente atravesada por la historia de exclusión, de violencia, olvido y olvido institucional en la han vivido estas comunidades. El conflicto armado, la discriminación, el racismo estructural, el abandono estatal, el desempleo y la pobreza, son factores que siguen afectando el bienestar emocional y las relaciones comunitarias.

Pero las comunidades no han estado quietas. Allí donde el Estado no llega, florecen formas propias de cuidado: redes de apoyo entre vecinos, liderazgos espirituales, plantas medicinales, saberes ancestrales y procesos pedagógicos que priorizan el bienestar comunitario.

CUIDAR LA SALUD MENTAL ES DEFENDER EL TERRITORIO

El confinamiento decretado en Colombia el 25 de marzo de 2020 no solo detuvo la vida; amplificó un terremoto emocional. El cierre de colegios, el miedo al contagio, el desempleo y la incertidumbre colapsaron la cotidianidad. En ese contexto, los diagnósticos en salud mental se dispararon en todo el país, siendo especialmente entre jóvenes y adultos mayores. Y la alerta sanitaria reveló, sin embargo, que un fallo estructural en el sistema de salud: una enorme brecha entre quienes necesitan ayuda y quienes la reciben.

El confinamiento decretado en Colombia el 25 de marzo de 2020 no solo detuvo la vida; amplificó un terremoto emocional. El cierre de colegios, el miedo al contagio, el desempleo y la incertidumbre colapsaron la cotidianidad. En ese contexto, los diagnósticos en salud mental se dispararon en todo el país, siendo especialmente entre jóvenes y adultos mayores. Y la alerta sanitaria reveló, sin embargo, que un fallo estructural en el sistema de salud: una enorme brecha entre quienes necesitan ayuda y quienes la reciben.

El confinamiento decretado en Colombia el 25 de marzo de 2020 no solo detuvo la vida; amplificó un terremoto emocional. El cierre de colegios, el miedo al contagio, el desempleo y la incertidumbre colapsaron la cotidianidad. En ese contexto, los diagnósticos en salud mental se dispararon en todo el país, siendo especialmente entre jóvenes y adultos mayores. Y la alerta sanitaria reveló, sin embargo, que un fallo estructural en el sistema de salud: una enorme brecha entre quienes necesitan ayuda y quienes la reciben.

Consonante
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